La sencillez vence a la rigidez del protocolo.
La rigidez del protocolo británico fue superada por la sencillez de los novios.
Ceremonia nupcial del Príncipe Guillermo y Kate Middleton.
La ceremonia fue un punto de inflexión, marca un antes y un después en la historia de la monarquía del país.
Entrevista a Carlos Fuente. Responsable de protocolo de la Fundación Príncipe de Asturias.
Carlos Fuente (Oviedo, 1959) es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y director del Instituto Universitario de Protocolo de la Universidad Camilo José Cela. Es asimismo responsable de Protocolo de la Fundación Príncipe de Asturias, y lo ha sido del Ayuntamiento de Oviedo, del Gobierno asturiano y de la Junta General del Principado. Ayer siguió la ceremonia como comentarista en la retransmisión de Televisión Española.
Un juicio de experto a la ceremonia nupcial.
Muy bien organizada, con una precisión absoluta del cumplimiento de los horarios, algo que es muy importante para el seguimiento mediático del acto. Y por encima de todo, el saber estar de los novios.
No parecía protocolo británico.
Es verdad. Se trata de un protocolo tradicionalmente muy rígido y sin embargo la pareja logró superarlo con creces. Yo creo que esta boda marca un punto de inflexión, un antes y un después de la monarquía británica.
¿Y qué tal se portaron los novios?
El príncipe Guillermo, un poco más nervioso. Pero Catalina demostró un aplomo increíble. se nota que es una mujer que sabe controlar las emociones. Entre los dos han conseguido una imagen de sencillez que es la que ha dado formato a la ceremonia.
¿Qué es lo que más le ha gustado?
Me quedo con un momento: la solemnidad de la salida de los novios. Aquí creo que la realización de la televisión británica ha jugado un papel importante. El protagonismo absoluto de la ceremonia lo han tenido ellos dos, muy por encima del resto de la familia real, incluida la reina Isabel II, que fue la última en llegar al templo porque así lo marca el protocolo. Su papel a lo largo de la jornada fue superdiscreto. Fue una realización televisiva muy al servicio de la imagen del país.
"Guillermo estaba un poco más nervioso, pero ella mostró un aplomo increíble; sabe controlar las emociones"
Las comparaciones son inevitables. Seguro que muchos recordaron ayer a lady Di y su boda con el príncipe Carlos.
La boda de ayer fue desde mi punto de vista el adiós a Diana de Gales. No se trata de olvidarla ni de que nadie venga a sustituirla, pero a mí me dio la impresión de que ayer lady Di ha pasado a la Historia, como tiene que ser. El protocolo de la ceremonia quiso marcar desde el primer momento las diferencias entre una boda y otra.
¿La estética de la duquesa Catalina, futura reina de Inglaterra?
Su vestido me pareció espléndido, y el ramo de flores que portaba, guapísimo.
Más comparaciones inevitables. ¿Qué hubo de igual y de distinto entre esta boda y la del Príncipe Felipe y Letizia Ortiz?
Los protocolos en este tipo de actos permiten pocas diferencias más allá de las que imponen los ritos religiosos, el católico por un lado y el anglicano por otro. Nosotros percibimos diferencias, claro, pero si las dos bodas las ve un chino, por poner un ejemplo, pensaría que son idénticas. En la boda de los príncipes de Asturias, los reyes estaban situados a la izquierda de los novios, y en la de Guillermo y Catalina ese primer núcleo familiar, incluida la reina y su esposo el duque de Edimburgo junto al príncipe Carlos y su esposa Camila, estaba a la derecha. Las músicas de las dos ceremonias fueron muy diferentes, yo creo que más brillantes las de la Almudena, en Madrid.
No fue una ceremonia excesivamente larga.
Lo previsto, una hora y cuarto. Fue ágil, sobre todo en algunos tramos como la imposición de los anillos. Hubo entre los novios mucho gesto de modernidad. El ramo de la novia lo era, mucho menos llamativo que el que había utilizado Diana de Gales. Anillos, broche, tiara... Muchos elementos para que no olvidáramos que aquello era una boda de verdad.
Sobre la tiara se había especulado largo y tendido durante meses.
Es la tiara que el rey Jorge VI le había regalado a su hija Isabel, la actual reina, cuando cumplió los dieciocho años. El hecho de que esa joya la portara ayer Kate Middleton es todo un guiño de aceptación por parte de Isabel II.
En paralelo al protocolo, le pido una opinión personal. ¿Le gustó la imagen de doña Sofía?
Mucho. La reina en su línea de elegancia con su vestido color azul.
¿El Príncipe?
Iba con su uniforme militar, que es el que tenía que llevar. Elegante.
¿La Princesa Letizia?
Espléndida, como nos tiene acostumbrados. Los tres estuvieron a la altura.
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Entrevista a Carlos Fuente
-
El protocolo no es solo una cuestión de Estado. Está presente en cada acto de la vida social cotidiana
-
Es consultora de etiqueta corporativa y protocolo internacional y dirige el Centro Diplomacia. Allí, da clases sobre ceremonial y etiqueta, imagen personal y hasta protocolo para chicos
-
"El protocolo es educación, cortesía, amabilidad... no tiene nada de cursi"
-
En 1993 asumió el cargo de colaborador de Ceremonial y Protocolo del Ministerio de Educación, y dos años después fue nombrado Coordinador de esa área
-
Una obra que trate del protocolo en nuestros días, que nos ayude a desenvolvernos con soltura y elegancia en una sociedad dinámica y permeable como la de hoy.
-
Lucrecia Jaureguiberry: "El ABC del ceremonial y protocolo".
-
Hay que tener mucho sentido común y paciencia para ejercer como responsable de protocolo
-
Joaquín Martínez-Correcher es el redactor del nuevo reglamento de protocolo que se aprobó en 1983 y que ponía fin a una época de inestabilidad en cuanto a las normas protocolarias. Además de haber llevado a cabo esa difícil tarea, es embajador
-
¿Qué importancia tiene el protocolo en España?
-
Es todo un arte porque requiere mucha destreza, disciplina, diplomacia, saber estar, saber actuar y saber observar
-
Carlos Abella (A Coruña, 1934), ha ocupado varios puestos del escalafón diplomático durante cuarenta años ininterrumpidos de servicio diplomático.