Las visitas
Al entrar en las casas ajenas, ¿qué deberemos observar? Devolver una visita es una práctica social que se pierde con el tiempo
¿Qué nos prescribe la urbanidad con respecto a las visitas?
Que las volvamos a los que nos las hayan hecho, y que seamos los primeros en hacerlas a las personas superiores, sin dar lugar a que se nos adelanten.
Al entrar en las casas ajenas, ¿qué deberemos observar?
Lo siguiente; no nos meteremos en los cuartos interiores sin avisar antes por medio de los criados, si los hubiere, y cuando no sin tocar a la puerta, que se hará sin estruendo, y sin darse prisa en repetir los golpes, sino han respondido al primero, dejando pasar un intervalo prudente para la repetición.
Y cuando nos manden entrar y se halle cerrada la puerta, ¿qué debemos hacer?
Abrirla, con mucho modo sin violentarla, dejándola cerrada en la misma manera que se halló, sin omitir jamás esta diligencia al entrar ni al salir.
Al presentarnos a las personas a quienes visitemos, ¿qué deberemos practicar?
Comenzaremos por hacerlas una cortesía más o menos profunda, según las circunstancias, y expondremos con palabras corteses el motivo de la visita.
Y sí hay allí otras personas, ¿deberemos saludar a cada una como corresponde?
Si señor, ejecutándolo con una cortesía general a todas, si son muchas o no conocidas, no debiéndonos sentar, hasta que nos lo insinúen, ni aguardar para ello tampoco a que nos lo repitan.
Y ¿en qué puesto deberemos sentarnos?
Siempre en el inferior, y no deberemos pasar al mejor hasta que el dueño de la casa nos obligue con sus instancias.
Y una vez sentados, ¿deberemos estar con la correspondiente decencia y respeto?
Si por cierto, y siendo con persona superior, después de haber manifestado el motivo de nuestra visita, no nos adelantaremos a introducir asunto de conversación, sino aguardar a que ella lo proponga; pero si la tal visita es para tratar de algún negocio, deberemos decir con la mayor claridad y brevedad lo que nos ocurra esperando la respuesta; y si tuviésemos que contradecir, se hará con la moderación y respecto debido.
En las visitas de cumplimiento, ¿nos podremos detener demasiado sin faltar a la urbanidad?
Es necesario tener mucha discrección, en este caso, para no molestar, principalmente cuando se trata con personas muy ocupadas, en cuyo caso al instante que se llegue a notar que desean quedar solas, es menester despedirse, pero cuando sean personas de un carácter muy elevado respecto de nosotros, no deberemos despedirnos hasta que nos lo insten.
Y al despedirnos. ¿deberemos repetir nuestros cumplimientos y cortesías a proporción de las circunstancias de la persona?
Si señor, y si la tal persona se moviese para acompañarnos, se la suplicará no se tome tal incomodidad, repitiendo esto mismo en cada una de las puertas si se empeñase en seguirnos.
Y durante la visita, ¿podremos observar o poner los ojos en papel escrito, o libros que hubiere en la habitación?
De ninguna manera, ni menos tocarlos ni mirar a otra cosa alguna, a no ser que nos lo permita una gran familiaridad con el sujeto.
Y cuando recibamos la visita de alguno, ¿cómo nos conduciremos para cumplir con la urbanidad que corresponde?
De este modo, no deberemos hacerle esperar, sino introducirle prontamente, a no ser que estuviésemos desnudos o con vestido no decente para el respeto que se mereciese, o con alguna ocupación indispensable, en cuyos casos deberemos suplicarle por medio de algún criado, que perdone le hagamos esperar un corto rato.
Y cuando la persona que venga a visitarnos sea de mucha autoridad, ¿deberemos salir a recibirla?
Si señor, y se verificará a la antesala, a la escalera o a la puerta de la calle, según su grado; pero si el sujeto fuese igual o poco superior a nosotros, bastará que nos levantemos cuando entre, y salgamos a recibirle a la puerta de la sala.
Recibida con la debida cortesía la persona que nos visite, ¿la debemos instar para que se siente?
Si señor, y después de señalarla el asiento superior, nos sentaremos cerca de ella.
Por último, durante la visita, al despedirnos de ella, ¿qué deberemos practicar?
Después de dar las debidas gracias, le acompañaremos abriendo las puertas, siguiéndole hasta la antesala o escalera, y si fuese de mucha autoridad, hasta la puerta de la calle, esperando a que se haya perdido de vista para retirarnos.
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