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Cómo terminan las Misiones Diplomáticas. I.

Causas por las que terminan las Misiones Diplomáticas.

Guía de Protocolo Diplomático
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LAS MISIONES DIPLOMÁTICAS. CÓMO TERMINAN.

Las Misiones diplomáticas terminan por seis causas, a saber:

1ª. Por la dimisión del Representante (dimisión que puede fundarse en motivos de salud, exceso de edad, disentimientos políticos o revocación).

2ª. Por el fallecimiento del Soberano que ha enviado al Representante.

3ª. Por el fallecimiento del Soberano cerca del cual estaba aquél acreditado.

4ª. Por causa de una revolución, cuyas consecuencias no quiera reconocer el Gobierno que ha enviado al Representante.

5ª. Por el fallecimiento del mismo Representante.

6ª. Por retirar un Gobierno su Representante, bien por disgustos o por "casus belli".

En los casos segundo y tercero, aunque la misión termina oficialmente en realidad, mientras el Representante recibe sus nuevas Cartas Credenciales confirmándole en su carácter, se le atiende y considera como tal Enviado, toda vez que el Gobierno sabe que no se piensa en reemplazarle por otro.

La dimisión del Representante, o su retirada, no hace realmente cesar la misión, puesto que durante la vacante, el Encargado de Negocios interino puede negociar.

Cuando un Ministro cesa en sus funciones, si está en la Corte, debe pedir audiencia al Soberano, regularmente en forma completamente privada, para despedirse y presentar, si su Gobierno ha juzgado oportuno el enviárselas, sus Cartas Credenciales. Pero si cesa estando ausente, o tuviese que retirarse precipitadamente de la Corte, puede despedirse por escrito del Ministro de Negocios Extranjeros, rogándole, si no tiene categoría suficiente para hacerlo directamente por carta, presente al Soberano su homenaje de despedida. Si se retirase en virtud de ruptura oficial de relaciones, basta para despedirse el enviar la Nota que sigue al ultimátum, expresando por qué se retira.

Si el sucesor llegase antes de poderse él ausentar de la Capital, debe presentarlo él mismo al Soberano, si es costumbre en aquella Corte, y al Ministro de Negocios Extranjeros.

En todo caso, antes de marcharse, aunque sea temporalmente, debe también haber presentado al Secretario de la Legación como Encargado de Negocios, y si no lo hubiese hecho, puede subsanar esta omisión en la carta de despedida.

El Encargado de Negocios interino, no puede presentar al nuevo Jefe de Misión, más que al Ministro de Negocios extranjeros, y no en todos los países, pues en muchos, como en la Gran Bretaña, no permiten que un inferior presente a su superior.

No queremos terminar, sin añadir unas palabras respecto de las Cartas recredenciales.

En ninguna parte y en ningún autor hemos hallado el menor antecedente que pruebe que un Representante tiene absoluta necesidad de presentar por sí mismo sus Cartas recredenciales, que hasta pueden ir incluidas en las Credenciales del sucesor; por consiguiente, es completamente infundada la pretensión que tienen algunos de presentarlas personalmente. En la mayor parte de los casos, y aun cuando la recredencial no se inserta en la credencial del sucesor, puede éste presentarla también.

 

Nota
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