¿Cuándo colocar un lavafrutas en la mesa?
Los lavafrutas evitan que se ensucien demasiado las servilletas porque los dedos se lavan antes de tocar la servilleta
Los lavafrutas ¿cuándo se deben colocar en la mesa?
Los lavafrutas son los recipientes con agua -pueden llevar limón, menta, etcétera- que se ponen en la mesa al final de la comida para lavar algunas frutas y enjuagarse los dedos. Eso nos dice la R.A.E. -Real Academia Española-.
La práctica nos dice que estos lavafrutas se colocan al final de un plato en el que hemos utilizado las manos para comer -por lo que no tiene que ser al final de una comida sino de un plato-. Para evitar manchar demasiado la servilleta, es mejor enjuagarse los dedos, generalmente, en agua con limón. Aunque el agua puede llevar otros 'ingredientes' distintos o complementarios al limón.
El ejemplo que a casi todos nos viene a la cabeza es el de comer marisco. Estos cuencos con agua y limón, con menta, etcétera, no solo sirven para enjuagar nuestros dedos, sino para quitar o minimizar el olor del marisco en nuestros dedos.
Te puede interesar: Tipos de cubiertos. Piezas de la cubertería. Con fotos y descripciones de cada pieza
Aunque tengan el nombre de lavafrutas (se solían utilizar para lavar las piezas de fruta que se ponían de postre en la mesa), hoy en día son más utilizados en algunos platos anteriores al postre. Si de postre nos ponen alguna pieza de fruta, con toda seguridad ya estará limpia y lista para comerse, no hace falta lavarla. Por lo tanto, no es probable ver un lavafrutas a los postres.
El uso del lavafrutas -cuenco que solemos llenar con agua y poner una rodajita de limón dentro, alguna esencia o bien algún pétalo de flor- evita tener que manchar "más de la cuenta" la servilleta y ayuda a que los dedos nos queden tan limpios como "pasados por agua".
El cuenco o lavafrutas hay que retirarlo al terminar el plato al que acompañaba.
Anécdota sobre el uso de lavafrutas en una comida de gala
Conocida es ya de todos aquella anécdota de Isabel II sobre el uso del lavafrutas. Pero, a pesar de su mucha divulgación, no está de más recordarla hoy.
Presidía la reina de España una comida de gala en el Palacio de San Telmo, y se hallaba entre los invitados uno no muy enterado de los usos sociales; al servirle el criado el plato con el lavafrutas, se quedó con miedo, tan desconcertado y tan azorado que, sin esperar a ver el uso que los demás hacían de aquel cacharro, para él desconocido, ni corto ni perezoso se lo bebió.
Hubo un momento de estupor por parte de los demás comensales, y ya corría por las mejillas de todos el temblor de la risa, cuando la reina, amable y campechana, dándose cuenta de la situación, solucionó el terrible trance imitando con igual cortesía la conducta de su invitado.
Cuenta la historia que los demás comensales, dándose por aludidos, hubieron de seguir la conducta que les señalaba la reina, bebiéndose también el agua de su cuenco.
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Los novios son, en muchos casos, los que nos marcan la pauta a la hora de hacer un regalo para una boda.
-
El beso como forma de saludo no debe ser la primera opción cuando se saluda a una persona.
-
Los cubiertos no se colocan en la mesa de forma aleatoria. Hay que seguir unas reglas muy básicas.
-
Las conversaciones y los anfitriones son muy importantes para mantener 'viva' cualquier tipo de celebración o encuentro
-
En la época veraniega también hay que cumplir con los compromisos que surjan.
-
Los regalos desproporcionados por razón de su valor no son apropiados salvo en el ámbito de la intimidad
-
Levantarse del asiento cuando entra una persona en nuestra habitación es una regla de cortesía que nadie debería olvidar
-
Los platos en la mesa y sus movimientos pueden variar en función de diversos factores
-
El paraguas puede dejarse en un paragüero o llevarlo con nosotros. Todo depende del tipo de establecimiento al que entremos
-
Consejos de etiqueta y comportamiento para asistir a una función de teatro. Qué hacer y qué no hacer
Asistir a la representación de una obra de teatro es una experiencia que todo el mundo debería probar. Ver a los actores en directo no tiene nada que ver con el cine -
El vestuario a lucir depende de los requisitos marcados por los anfitriones. Cada familia puede tener sus propias 'exigencias'
-
En algunas ocasiones el patio de butacas parace que ha sido azotado por un huracán por el estado en que lo dejamos los asistentes a un espectáculo.