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Preguntas y respuestas a la intervención de Don Carlos Fuente. Jornadas de Protocolo.

Cuestiones interesantes planteadas por los asistentes a las jornadas de protocolo a Don Carlos Fuente.

Se lee en 29 minutos.

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Intervenciones posteriores al discurso de Don Carlos Fuente: Los Nobel, la mejor ceremonia del mundo. La 'meca' del Protocolo.

Moderadora:

Muchísimas gracias, Carlos, por esta clase magistral y por lo ameno que has sido al describirnos la mejor ceremonia del mundo. Empezamos un coloquio y los que tengáis preguntas que hacer podéis empezar.

Asistente:

Carlos, en la primera fotografía que estaba expuesta, el Rey tenía las piernas cruzadas. Imagino que esa fotografía era de antes de que empezara la ceremonia, ¿no?. ¿O después sigue?. Ese detalle, no sé si se cuida o no se cuida.

Carlos Fuente:

No, no se cuida. Prácticamente durante toda la ceremonia está así. Sí, durante toda la ceremonia.

Pero es que en el tema de los buenos modales o comportamientos y demás soy una persona que, francamente, me preocupo muy poco. Sé que es muy importante, que hay que cuidarlo, etc., pero me preocupa muy poco. Máxime, que el Rey cruce las piernas, la verdad, me preocupa menos, entre otras cosas porque yo creo que es lo que haríamos todos si nos sentásemos así, aunque sea un acto televisado y demás. Es decir, no se puede estar hora y media con los pies delante en posición normal, es muy difícil. Quizá la forma de solventarlo es proponiendo otro tipo de presidencia, pero como no es posible por la filosofía del acto, pues se producen situaciones como esas. U otras: que a ellos les dan papeles como a todos, el programa y esas cosas que llevas en la mano, y en este último año he visto a la Reina en ,al menos, dos ocasiones agacharse a recoger algo, lo cual es más complicado todavía; y a la propia princesa Victoria.

Asistente:

Primero, enhorabuena, porque me ha encantado la charla y el análisis que has hecho, y si hablo es por que tú me has preguntado antes si sabíamos algo sobre la disposición. Yo llevo varios años analizando la entrega de los Nóbel y tengo documentación de al menos 5 ó 6 entregas distintas y de algo más, y no es nunca la misma distribución. Dependiendo de las personas que vayan, están en un sentido o en otro.

Lo que sí tengo muy claro al respecto, porque lo he comentado y lo hemos investigado, es que se trataba, como tú muy bien has dicho, de un acto social y no un acto oficial. En Suecia y en el resto de los países que no son España, no sé por qué, se distingue muy bien lo que es un acto oficial de lo que es un acto privado, sea de una institución pública o de una familia. De modo que se tiene muy claro que el anfitrión no tiene porqué ser el invitado de honor, y que el puesto del anfitrión es uno y el del invitado de honor es otro. Eso nos lleva a que podamos ver en infinidad de ceremonias en todas partes, como hemos visto aquí, que los Reyes no presiden un acto porque no son los anfitriones, son los invitados; y si presidieran, le quitaríamos el sitio al anfitrión para dárselo a un invitado, con lo que estaríamos lanzando el mensaje al público de que quienes organizan son los Reyes. Repito, el anfitrión es una cosa y el invitado es otra.

Sobre ese tema tengo varias fotos, y te las puedo pasar, de varios años distintos del Nóbel, en los que tradicionalmente se deja a la Reina el lugar de la derecha, como esposa, como tú bien dices, porque es un acto social al que la primera familia del país está invitada como cualquier otro invitado más, no como reyes, y hacen una distinción perfecta en ese tema y se colocan como les parece. A veces está la princesa heredera a la derecha, y a veces está la princesa Gillian a la derecha, no siempre están de esa manera.

Aquí, en España, hay un excesivo avasallamiento del mundo oficial sobre el mundo de lo privado, y tenemos que acostumbrarnos a que las autoridades tienen que dejar de presidir los actos que no son suyos, porque el mensaje que lanzan entonces al público es que son ellos los que mandan. Es decir, si en un acto de un banco preside un ministro, el mensaje que estamos lanzando a toda la sociedad es que el ministro manda en el banco. Una cosa es que el presidente de la entidad invite a una persona, que es un invitado de honor, y otra cosa es que sea el anfitrión el invitado.

En este sentido, insistir sobre lo que tú has dicho: que, efectivamente, esa es la interpretación, por lo que yo tengo analizado e investigado, y hacer este llamado, como dicen los iberoamericanos, a los responsables de protocolo de nuestro país a que se olviden de viejas técnicas franquistas, de muchos años de avasallamiento de lo oficial sobre lo privado, porque estamos en una sociedad en la que el presidente de un banco o el secretario general de Comisiones Obreras tiene más poder que un ministro. Por tanto, si son ellos los que invitan, tienen que estar presidiendo ellos, porque entonces confundimos el anfitrión con el invitado. Era únicamente aclarar y hacer este pequeño comentario.

Carlos Fuente:

Muchas gracias, María Teresa, te agradezco la información y me alegro de haber aceptado la apreciación. Más preguntas.

Asistente:

Soy Cristina Carretero. Hola. Enhorabuena por la documentada explicación y descripción que nos has dado de esta ceremonia. Enhorabuena por haber escogido una ceremonia en la que hemos oído todos y en público, repetidamente, la palabra que ya sabes que a mí más me gusta: la palabra música. Es un acto que no justificaba ninguna explicación; es un acto en el que, como tú dices, se solapan música y ceremonial continuamente. Y las gracias especiales son porque he sabido leer detrás de tus palabras un énfasis y un cariño especial hacia la música.

También me haría feliz pensar que la pequeña semilla que yo traté de sembrar en Valencia, al decir: "démonos cuenta de la importancia que tiene la música en cualquiera de los actos que nosotros organizamos", se empieza a tener en cuenta, porque detrás de tus palabras, pese a que nos has descrito un acto en el que música y ceremonial están continuamente solapados, ese cariño especial, ese énfasis especial que has puesto a la música empieza a brotar ahora. Muchas gracias.

Carlos Fuente:

Muchas gracias, Cristina Carretero. Indudablemente que lo hay en el fondo. En ese equilibrio que siempre buscas en la organización de los actos, aquí se encuentran de la mano perfectamente lo que es la música y el ceremonial, y probablemente la música es lo que está dando más valor al ceremonial. Y el ceremonial, al mismo tiempo, está situando a la música dónde cree que debe de estar. Hay muchas cosas que, obviamente, no se han podido ver aquí, pero en cada momento la música marca los tiempos y los ritmos del acto. Cuando no es una gran pieza de Mozart, una gran pieza de un compositor genial, tenemos las trompetas, los clarinetes, que son los que marcan siempre los momentos de solemnidad. Sin la música, esta ceremonia es imposible de entender.

Asistente:

Carlos, luego te pediré, si acaso, qué músicas fueron, si tú me las puedes proporcionar. Gracias.

Carlos Fuente:

No lo hago ahora, Cristina, para no cansar a la audiencia, pero sí tengo aquí la copia del programa y viene definido todo, al menos la de esta última edición. ¿Alguna pregunta más?. Me parece que tenía la mano ahí levantada Carmen.

Asistente:

Sí, Carlos, a mí me ha llamado muchísimo la atención la alusión que has hecho a la inexistencia de una oficina de prensa. Eso considerando además que hay que estructurar todas las comunicaciones de los premiados con respecto a los medios y a la gran cantidad de medios nacionales e internacionales que hacen la cobertura. ¿Podrías comentarnos entonces cómo llevan a cabo todo ese trabajo sin una estructura de prensa establecida como tal?

Carlos Fuente:

Pues mira, 100 años yo creo que dan para que hasta el ordenanza de la esquina de la fundación Nóbel conozca perfectamente los recursos.

Yo creo que todo el mundo sabe que todo siempre se ha hecho más o menos así, y en prensa lo único que se dan son unas credenciales para periodistas, que mejor no he querido ni enseñarlas por si alguno pensaba que yo me quería cargar esta ceremonia. Pero no, al contrario, son unas credenciales de ese tono verde, muy, muy feas, donde cualquier periodista que quiera se puede acreditar. Si es un periodista literario, tiene un sitio reservado hasta un tope, hasta un límite, y fotógrafos únicamente cinco, la organización luego facilita copias a través de un fotógrafo, al que le ha adjudicado el asunto, facilitan copias de las fotografías y a través de las agencias.

Las televisiones, la televisión oficial sueca, es la que tiene los derechos, y luego ofrece las imágenes como canal institucional a las televisiones de otros canales o a las televisiones internacionales, como pueden ser CNN o BBC, etc. Pero no hay más, no se programan discursos, o sea, no se pasan copias de los discursos, no se pasa documentación específica, todo se ofrece a través de internet; existe una sala de prensa habitual donde puedes tener en cada momento información al respecto del asunto, y todo eso se hace muy mecánicamente.

Es obvio que hay un periodista que lo dirige, pero el resto es personal administrativo puro y duro que va poniendo en red la información correspondiente. Lo que reciben los periodistas es lo mismo que reciben los invitados: un folleto con el programa.

Y luego, eso sí, las ruedas de prensa sí se programan. En las ruedas de prensa no hay un jefe de prensa, digamos que está alguien de la fundación Nóbel, que es el que hace la presentación del premiado, pero no hay más. Para el resto de las entrevistas que se quieran hacer, se pide que se pongan en contacto directamente con el premiado, que llega tal día al hotel "x" y se marcha tal día al hotel "x", y se acaba. Yo he buscado la mesa y siempre dices: "bueno, pues en el hotel donde están los premiados habrá una secretaría, algo".

Únicamente me he encontrado una mesa en el vestíbulo del hotel, donde había una azafata a la que le preguntamos que dónde estaba la secretaría, dónde nos podríamos dirigir o dónde estaba el gabinete de prensa; y la respuesta es: "no existe ni secretaría ni gabinete de prensa ". Imagino que habrá fontanería, tripas donde se trabaja, habrá 100, 200 ó 50 ó 5, no lo sé. Pero de cara al público, no hay. Nada, es una azafata que está ahí, sigo preguntándome que para qué está ahí.

Asistente:

Ha habido 1.000 detalles que me han llamado la atención de esta tan peculiar ceremonia, y más ahora, claro, que nos la has desmigado. Pero hay una cosa que, sobre todas, me ha llamado la atención, ¡caray!: los vestidos de las azafatas eran todos distintos, sólo llevaban en común la gorra y la banda. ¿Eso qué es?. ¿Que se lo traen de casa?

Carlos Fuente:

Se lo traen de casa, sí. Se procura que sean oscuros, negros, pero cada uno de su padre y de su madre. Se les pone la banda y la gorrita, que es de ellos también, porque luego, en la cena (os decía que había 250 estudiantes) esos 250 estudiantes se sabe perfectamente quiénes son por la gorrita, que también la llevan puesta: su frac y la gorrita.

Asistente:

Y además abría la ceremonia una chiquita que vestía de blanco, también con gorrita.

Carlos Fuente:

Bueno, igual se me coló. Pero es probable.

Asistente:

En la escena, cuando salían, la que acompañaba iba de blanco.

Carlos Fuente:

La mayoría tienden a colores negros, que es lo más apropiado a la gala. Bueno, pues es probable que haya alguna y tal. Lo que sí sé es que, en cualquier caso, tienen libertad absoluta para llevar su vestido, con la condición de que sea largo, inicialmente, y luego es verdad que con ellas y con ellos ensayan, está clarísimo que ensayan, pero no quizá hasta el punto donde deberían llegar, porque luego en la actuación se ve algún tropiezo.

En la entrada del brazo, por ejemplo, se observa perfectamente cómo el Rey, en un momento dado, le tiene que decir a la azafata: "por favor, corra más". A esa azafata que iba encabezando la comitiva de bajada a la escalinata le decía que corriese más porque a ese paso no cenaría nunca, y se ve clarísimamente no sólo a los comensales que están allí, sino en las propias imágenes que luego hemos podido observar de las distintas televisiones, que recogen eso casi como anécdota.

Asistente:

Volviendo otra vez al hecho del Rey en el acto, aunque Teresa nos ha explicado perfectamente que el Rey es un invitado, no un anfitrión, etc.

Pero a mí todavía me chirría esa imagen del Rey. O sea, si la imagen del Rey tiene que ser figurativa y sólo figurativa, y ese es el Rey y está ahí, y nada más, me parece perfecto; pero lo que no entiendo entonces es por qué el Rey hace entrega de ningún premio, porque con que esté, basta. Si me podéis decir algo más de eso, os lo agradecería.

Carlos Fuente:

Yo creo que eso enlaza con lo que apuntaba María Teresa Otero, ¿no? Está clarísimo que en esta ceremonia, desde el minuto uno hasta el minuto último, a las doce de la noche, con las campanadas de Cenicienta cuando se acaba el baile, se quiere poner de manifiesto que es una ceremonia de índole privado, promovido por una entidad privada y con un protocolo y ceremonial privado que tiene 100 años, donde los Reyes son exclusivamente los invitados de honor y que, como invitados de honor, lo único que se les ofrece es que entreguen los premios, porque así ha sido siempre, pero ni discursos, ni palabras, ni un sitial especial, ni tan siquiera el puesto de honor de presidencia, porque no lo tiene él, lo tiene su esposa.

Yo creo que busca asincerar el protocolo. Es el protocolo más sincero que hay, porque es el protocolo que presiden los anfitriones, Nóbel y su presidente de fundación, que es el que ocupa el centro exacto junto al atril. Yo creo que eso puede ser discutible, ya dije que desde la óptica española es tremendamente discutible, que eso en España es inimaginable, pero seguramente es probable que sea lo mejor. Digo seguramente, entendiendo lo que dices de que un Rey figurativo no puede tener un papel de segundón, pero está claro que ese es el papel que acepta la corona y eso ha sido así históricamente. Mandan más los 100 años de Nóbel que la posición de la familia real, clarísimo.

Asistente:

Carlos, yo quería preguntarte: ya que marcan tanto la vestimenta de los invitados y de los que asisten a la entrega de los premios, ¿a los periodistas también se les exige vestimenta, o, como aquí en España suele suceder, van vestidos cada uno a su aire?

Carlos Fuente:

A los periodistas no se les ve en ningún momento, porque están en zonas muy altas, y los fotógrafos van impecablemente vestidos. No van de frac, pero van con su traje y corbata, y los que acceden a la cena van con el frac. O sea, esos cámaras que están filmando, van con frac y cámara al hombro. Riguroso.

Hay otra cosa también que se me olvidó comentar en la disertación, y a propósito de tu pregunta, Maite, se me vino a la cabeza. Por ejemplo, choca mucho que entre 1.300 invitados no se haya invitado al cuerpo diplomático en una ceremonia tan internacional. Únicamente se invita a los embajadores de los países a los que se adscriben los premiados, nada más.

Tanto es así, que eso ofende. Yo lo recuerdo porque cuando estuve, en esta última ocasión, tuve la oportunidad de ser invitado de nuestra común amiga Cristina Barrios, que está, como sabéis, de embajadora en Suecia en un año muy movido, porque tiene el semestre de la presidencia europea. Estuve en su casa, en la residencia de la embajadora, y comentamos un poco lo mal que sentaba al cuerpo diplomático que no fuesen invitados a un acto internacional de este tipo. Que, al fin y al cabo, el cuerpo diplomático en Suecia serán 60 ó 70 embajadores, que multiplicados por dos, son 140; hasta 1.300, pues parece que se podría resolver. Pero claro, como tradicionalmente no están invitados, no estarán invitados nunca. Y en su molestia, cada año un embajador promueve lo que ellos llaman la entrega del Nóbelín.

Asisten a la ceremonia, a la sala de conciertos, y ocupan un palco especial; el cuerpo diplomático no está en esa butaca en la zona de butacas de patio, sino que está en unos entresuelos centrales (por cierto, justo al lado de una posición de los fotógrafos, con lo cual siempre se enfadan por los ruidos de las máquinas, los codazos...)- Pero terminado el acto, cada uno coge su coche y se va para casa.

El Nóbelín es una cena que cada año organiza un embajador en su residencia. Invitan a todo el cuerpo diplomático y celebran su Nóbelín. Claro, esto en España, si fuera así, tendríamos una crisis. Seguro. Y al siguiente año estarían invitados a los Nóbel y adiós al Nóbelín, porque pasarían todos al Nóbel. Bueno, pues son cosas curiosas como éstas que en España, con nuestra mentalidad, no podríamos entender.

Asistente:

Lo que habíamos comentado antes, con dos ejemplos más que acabo de recordar: cuando se hicieron los actos de finalización de la Segunda Guerra Mundial, que hubo una gran cantidad de ceremonias organizadas en Inglaterra por una comisión, hubo un gran banquete en el Parlamento de Inglaterra y presidía la cena, en una mesa de esas horrendas en peine, junto a la Reina de Inglaterra, el presidente del comité organizador, que estaba a su derecha.

Había dos sillones, estaba a la derecha el presidente del comité organizador y la Reina a su izquierda, como detalle para que quede absolutamente claro el mensaje de que hay un comité organizador que está celebrando por parte de todos los países del mundo, en este caso el final de la guerra, y que el invitado de honor es la Reina, que está en su casa y está a su derecha.

Y otro ejemplo: cuando el Príncipe terminó los estudios en Georgetown, creo, hay una cena presidida por el rector en esa Universidad y está la Reina a su derecha y el Rey a su izquierda, porque están como padres de alumnos distinguidos, y los más distinguidos de todos los padres eran ellos y estaban allí sentados en la mesa presencial, pero tienen un tratamiento absolutamente privado.

No me canso nunca de repetirlo: cuando es un acto oficial, son autoridades del estado y acuden en cuanto a autoridades del estado, y la vida privada es la vida privada. Si el Rey va a comer a mi casa, que no es el caso, yo no sé si le cedería mi sitio en la mesa, porque la anfi-triona soy yo, vuelvo a repetirlo. Hablo ya en mi vida privada.

Y otro detalle sobre lo que acabas de decir: el último año hubo muchísimos problemas porque limitaron la entrada de personalidades oficiales, rebajaron el número de autoridades e incrementaron el número de lo que ellos llaman fuerzas sociales. Consideraron que no debían ir todos los concejales, todos los diputados, todos los embajadores, etc., aunque ya no iban, y que debían ir representaciones ciudadanas, de las escuelas, de no sé qué y no sé cuántos, por darle un carácter mucho más social. No social de socialista o socialistoide, sino de comunitario o ciudadanía, es lo que quiero decir.

Carlos Fuente:

Muchas gracias.

Moderadora:

Ahí hay otra pregunta.

Asistente:

Buenas, Carlos. Yo quería preguntar por qué no has tocado mucho el tema de la seguridad. ¿Hay algo nuevo o novedoso allí en seguridad que sea diferente para nosotros?.

Carlos Fuente:

Es tremendamente chocante lo de la seguridad. Cierto que no lo he comentado porque sería extender más la conferencia, pero sí es verdad que yo no he visto a nadie de seguridad en toda la sala de conciertos. Nada. También es verdad que hay que conocer Suecia. Aunque en su momento tuvo un atentado contra un primer ministro, Olof Palme, Suecia es un país en el que tú ves, por las calles de Estocolmo, caminar a la familia real prácticamente sin escolta alguna. Eso cuando va el Rey, pero cuando van las princesas o el príncipe heredero, van sin escolta ninguna y les ves comprar en grandes almacenes, etc.

En toda la ceremonia yo no he visto ni un guardia o policía de uniforme, ni tan siquiera esos que todos sabemos que lo son, ¿verdad?, guardaespaldas o lo que sea. No he visto nunca a nadie. En el escenario no hay nadie, ni en los laterales, ni en bambalinas, no hay ningún guardia de seguridad. En las puertas de acceso del público, en los bordes del escenario no hay seguridad ninguna, lo cual me da la sensación de que, en el fondo, hay una gran seguridad, pero que, al menos, pasa 100% desapercibida. Y a la hora de entrar al concierto, a la sala de conciertos, o a la hora de entrar al comedor, a diferencia por ejemplo de nuestro país, en las puertas de acceso no hay nadie de seguridad, sólo la organización.

Y por cierto, nadie de la organización pide entrada.

Me parece que había otra por allí.

Asistente:

Quería que nos dijeses, por favor, cómo es el orden de servicio en las mesas.

Carlos Fuente:

El orden de servicio de las mesas es un ceremonial que está muy estudiado y muy trabajado allí.

Todos los camareros bajan por esa gran escalinata central, a la que antes hicimos referencia, en dos filas, de tal forma que una fila de camareros atiende ese tablero central por un lado, y otra fila por el otro lado de la mesa. Se sirve, mirad hasta dónde llega el grado de precisión, a todas las señoras al mismo tiempo, 44 señoras, y a continuación, a los 44 señores. Desaparece la fila de personas y luego salen todos los camareros, más o menos a razón aproximadamente de cuatro camareros por cada tablero que habéis visto.

Se sirve todo en bandejas, servicio a la inglesa, donde se va ofreciendo a cada invitado las raciones que quiera, servicio que se hace por la izquierda, como sabéis, y cada persona elige lo que quiere. Lo primero que se sirve es el cava para hacer el brindis, a continuación se sirve el agua y, después de los brindis, se sirve la comida por el orden establecido.

Asistente:

Carlos, quería preguntar qué hay de la gente de la organización, cómo se les diferencia si se ven dentro del escenario, sí sólo son las azafatas o los azafatos que están para ello como auxiliares de protocolo, ¿dónde están?

Carlos Fuente:

No existe nadie. Es decir, la única ventana de la organización son las azafatas y azafatos. No hay nadie más que lleve una credencial específica o que pueda ser reconocido por cualquiera. Sabes que están ahí, algunos porque los conoces. Pero no hacen una función específica; dirigen, pero prácticamente nadie se lo nota. Ellos son los que dan la cara, los que mantienen la atención a los invitados y el seguimiento de la ceremonia, que eso es lo más bonito (yo creo que en España eso tenemos que copiarlo).

Esa organización que no se nota es la mejor, aunque también es cierto que, para que esa ceremonia tenga una conducción total, total, total, yo no sé si es demasiado riesgo que personas que hacen por primera vez de azafatas tengan ese papel. Pero a lo que preguntas puedo decirte clarísimamente que no existe nadie de la organización. Guardarropía y azafatas. Y luego, en el escenario, conduciendo la ceremonia, únicamente está el maestro de ceremonias, que es el que concurre públicamente, el que aparece, el que da la cara. Y luego, entre bambalinas, sí, como organización tiene sus grandes oficinas, sus grandes centros operacionales, todo el tema del aparataje de vehículos, etc. Eso sí está, pero está de tripas para adentro.

Asistente:

Carlos, yo quería hacerte una pregunta. Abundando en lo que decía María Teresa antes, a mí me ha sentado toda la vida muy mal que en nuestro país, en España, en todas las recepciones, en todas las cosas de cualquier organismo oficial, siempre son los mismos invitados, los mismos artistas, las mismas caras, los mismos escritores, los mismos, siempre van los mismos. Y yo alguna vez les he preguntado tanto a Ángel como a personas de la casa de Su Majestad el Rey, cuando estaban allí, qué sistema se seguía en los organismos y en la casa para hacer invitaciones a la gente. Como decía María Teresa, aunque sean actos maravillosos y divinamente bien preparados, por qué no se socializan más, dónde están los colegios oficiales, dónde esta tal cantidad de gente que hay en España. Me consta, porque he vivido allí durante cuatro años, que en Inglaterra la Reina, todas las semanas que no tiene viajes, hace una tarde un té y elige a sus invitados por la lista de teléfonos, y son sus invitados los que figuran en la lista de teléfonos cogidos al azar. ¿Qué sistema se sigue en los premios Nóbel para elegir a esas personas que no son VIP?

Carlos Fuente:

Lo había comentado María Teresa Otero, María. Hasta hace no muchos años, era la representación política institucional de las instituciones suecas, en algún caso noruegas en Oslo, las que asistían. Obviamente, es verdad que en los últimos años, como bien apuntabas tú, se esté haciendo un esfuerzo de ampliar los invitados a costa de reducir invitaciones a clásicos invitados de siempre, lo cual ha generado algunas tensiones, artículos en los periódicos, protestas y demás, pues se ha reducido a la corporación municipal, a otras instituciones, de las que se invita al leader, al representante máximo de la institución, pero se prescinde de los demás.

Ahora bien, esa reflexión que tú apuntas, María, es razonable. Yo sé, por ejemplo, que una de las asignaturas pendientes que, por ejemplo, tiene nuestra ceremonia de los premios Príncipe de Asturias es abrirla un poco más. Pero, al margen de esto, ahora pensad vosotros, los que estáis escuchando, en el papel de anfitriones que podéis tener en un acto; mi pregunta es: "cuando organizáis un acto, ¿qué buscáis: el máximo esplendor, la mayor repercusión posible? ¿Qué buscan primero los jefes de protocolo o los anfitriones: traer a los más poderosos de la sociedad, o buscan la representación real de la sociedad?"

Cuando superemos eso, cuando superemos que, alomejor, un acto no es más importante porque en vez de un ministro vengan 7, o que en vez de venir 5 autoridades vengan 50, quizá los actos puedan abrirse más al público. Ahora, lo que más me preocupa a mí en estos actos es decir cuáles van a ser los criterios de selección en determinadas ceremonias de petición muy elevada, qué criterios se van a seguir, porque eso es lo difícil. ¿Va a ser el criterio de elegir a la vecina del quinto, frente a la del primero, porque la del quinto lo ha pedido antes o porque es más persuasiva o tiene mayores contactos para conseguir la invitación? Eso es lo preocupante.

Sin llegar a descender, yo creo que los actos van a ir abriéndose cada vez más, indudablemente, hacia la sociedad. Es lo deseable, pero también es verdad que los criterios no están muy cerrados y muy claros, y que tengo miedo de que, realmente, en muchas ocasiones nos estemos pensando eliminar de los actos a los principales representantes de las instituciones, para dar paso a unos nuevos representantes de la sociedad que se llaman eso: colegios sociales, asociaciones, tal, tal, tal, tal, que yo no sé tampoco hasta qué punto son la sociedad real. Luego, por tanto, supongo que la suma de la sociedad real es la suma de todo, y que lo que habrá que hacer es buscar criterios de selección.

Pero si eso en Suecia, en Estocolmo por ser concretos, ha generado tensiones, yo me imagino aquí una recepción en el Palacio Real o una cena de gala en el Palacio Real donde, de esos 100 y pico invitados, se carguen de un plumazo a 40 para introducir al presidente del Colegio de Arquitectos o para introducir al presidente del Ateneo Obrero o para introducir al secretario general de CC.OO. Me gustaría, a ver qué es lo que pasa.

Yo no sé si estamos preparados o si todavía seguimos siendo elitistas en los actos. Estoy de acuerdo contigo en que hay que ir hacia un cierto aperturismo, siempre y cuando los anfitriones utilicen criterios muy reales, equilibrados y justos para seleccionar a los invitados, al menos en actos de este tipo, actos piloto en la imagen internacional de un país.

Asistente:

Hola, buenos días, soy Nuria Llena, de la escuela de Granada. Me he fijado en que en el acto de entrega hay un personaje entrañable en el tercer puesto; en cambio, en la cena ¿donde queda tía Lilliane?

Carlos Fuente:

La tía Lilliane, que es la princesa Lilliane, con algo de Princesa y que, de alguna forma, en su momento fue un poco madre del propio Rey. Es un sentimiento oculto que ahora se manifiesta en el ceremonial, como creo que debe ser el ceremonial, que tiene que expresar también sentimientos, agradecimientos y demás.

Ella ocupa exactamente la misma precedencia, es la tercera. Rey, Reina, la tía Lilly. Siempre va un miembro de la fundación Nóbel primero, luego va un miembro de la familia real y van dos de premiados, otro miembro de la fundación Nóbel, otro miembro de tal, así hasta que ya hemos cerrado el asunto. Si un Nóbel va con sus hijos, éstos también ocupan sitio en la presidencia. Lo que pasa es que ninguno, por lo menos en esta última edición, llevó a sus hijos, porque generalmente son personas muy mayores y, además de hijos, suelen llevar nietos, y ya se empieza a complicar un poco más, pero en esta edición no. Pero la tía Lilliane iba la tercera de la familia real.

Además yo observe una cosa: si analizas un poco cómo estaba el protocolo, muchas veces no cuadra bien, dices: "aquí no le tocaba a esta persona, le tocaba a otra". Es decir, yo creo que, además de seguir un poco las técnicas tradicionales de la alternancia del protocolo mixto en la aplicación de las tres listas, estoy absolutamente convencido (me lo han negado, pero estoy absolutamente convencido y aquí lo puedo decir) que, a la hora de asignar puestos concretos, se estudiaba muy bien quién va al lado de quién, porque hay imágenes muy sospechosas de la coincidencia para un muy alto interés de la familia real sueca.

Asistente:

Siempre comen los mismos juntos. O sea, que una cena, otra cena, otra cena, otra cena... se conocen porque siempre caen los mismos. Que nosotros tenemos una cena, y que siempre le toca al decano del cuerpo diplomático, que es el nuncio de Su Santidad, y siempre está con el nuncio de Su Santidad. Todas las noches.

Carlos Fuente:

Es que, verdaderamente, hay que reconocer que el protocolo oficial español es probablemente el protocolo más aburrido de todos los oficiales que hay en este momento en el mundo. Desde luego, en Europa el protocolo oficial español está muy lejos de la evolución de los tiempos modernos, por contraposición del de empresa. Yo creo que el protocolo de empresa es más líder en el campo europeo y en el campo internacional.

Es una asignatura que tenemos pendiente. Y además, es curioso que esto se produzca así, que el protocolo oficial español vaya en retaguardia, por detrás, pese a que yo creo que nuestra familia real ha dado claros ejemplos de aplicar un protocolo muy evolucionado.

Moderadora:

Tenemos una pregunta aquí. Luego Mariola.

Asistente:

Hola. Iratxe Otaño, del máster de la Complutense. Creo que es una ceremonia en donde priva la funcionalidad sobre la estética, y creo que, además de ser una ceremonia de carácter social y privado, lo que se premia es el conocimiento. En todo caso, creo que todo responde a que las cosas funcionen perfectamente bien. Lo de los colores también a mí me chocó un poco: el tema del amarillo y el verde en las tarjetas, y el rosa en los manteles. ¿Qué colores sugeriría usted para esto?

Carlos Fuente:

Yo creo que aquí hay que jugar muy bien con lo que es la tradición. Cuando tienes un acto en el que llevas 100 años haciendo lo mismo, cualquier cambio de diseño es muy peligroso, tremendamente peligroso. Puedes cometer la mayor burrada del mundo si incorporas un diseño actual. Pero entre un diseño actual rompedor, del que seguramente haríamos nosotros si hiciéramos un acto nuevo, a esa excesiva sobriedad de mal gusto, que es como habría que definirlo, yo creo que hay algo intermedio.

Algo intermedio es que si estás jugando (fundamentalmente en este acto) a poner de manifiesto el oro (porque es lo que está presente en los colores del escenario, en las flores, en la medalla, en las invitaciones, en los programas), siempre juegas con el blanco para que ningún color le quite prestancia al dorado. Pues por esa línea habrá que ir: seguir jugando con el blanco y el dorado, o jugar con el dorado solo, o una mezcla; en cualquier caso, tonos más suaves. Eso, clarísimo.

¿Los manteles? Es que yo no me complicaría mucho. El blanco no falla nunca, y además, en una sala como ésta, donde se celebra esta comida, yo creo que es muy oscuro, donde tienen que iluminar la parte superior con luces azules, amarillas, para darle así el tono festivo que ellos quieren, la parte baja de la comida queda más sombría. Entonces pide con más razón todavía el mantel claro, el mantel blanco.

Si te digo la verdad de porqué no se pone el mantel blanco, alome-jor no me creerías, pero es que no tienen 3-4,5 kms. de manteles.

Asistente:

Soy Mariola Calderón, jefe de protocolo de la embajada de Estados Unidos. Volviendo a la colocación de los comensales, yo pienso que el protocolo se ha creado en parte para agilizar la colocación de las personas y evitar malestares o arrogancias, que muchas veces hay muchas personas que se consideran más importantes que otras. Los órdenes de precedencia simplifican, hay que atenerse a eso y ya está. Pero también entiendo que hay que jugar con el sentido común y con la práctica.

Por ejemplo: en la embajada hay muchos eventos en los que tengo que colocar a personas y en los que no puedo seguir un orden riguroso de protocolo porque no hablan el mismo idioma. Me pasa muchísimo esto, por ejemplo, con la abogacía, y entonces me tengo que atener a jugar con los idiomas que hablan, las preferencias... A veces me pasa también que me coinciden personas de distintos partidos que han tenido un choque frontal por lo que sea, político o profesional. Encuentro que eso se debe de tener en cuenta, porque cuando se invita a una persona a un evento es para que lo pase bien y no para que, en cierto sentido, se sienta incómodo.

Asistente:

En torno a lo que acabas de decir, me imagino que habrás reflexionado mucho a raíz de las experiencias que has vivido allí, en la entrega de los premios, y sobre todo de la organización tan perfecta, que parece como si no hubiera nada detrás; es que es todo como un mimetismo que asombra. ¿Tú a que achacas esa simplicidad que, en un principio, se percibe: al peso de la tradición, al carácter propio de los nórdicos, y en este caso de los suecos, o a que realmente hay una gran máquina detrás que no ves, que no se percibe, y que realmente está ahí el éxito de esa organización?

Carlos Fuente:

Te lo agradezco, porque seguramente esa es la clave de todo este asunto.

Yo creo que esto obedece fundamentalmente, Arantxa, a una concepción del acto. Es decir, se planifica el acto pensando en eso, porque muchas veces nosotros planificamos nuestros actos y, en seguida, lo que buscamos es decir: "a ver cómo vamos a dirigir a nuestros invitados". Tenemos que lanzar la organización a la calle o la organización al salón, porque lo hacemos de tal forma, tan precisos en muchas cosas, tan puntillosos en otras, que necesitamos agarrar al invitado prácticamente de la mano y llevarle al sitio. Sin embargo, aquí no es necesario, porque por la forma de indicar, por los letreros, superdiscretos, por la elección de los locales, por la forma de desplazar (para lo que seguramente también ayuda tener 100 años). Pero no es necesario. Muchas veces decimos: "un gran folleto de entrada". No, el folleto más sencillo.

Yo creo que el éxito está en la concepción, porque detrás hay una grandísima organización, probablemente igual a cualquier otra gran organización de actos parecidos de este tipo, pero la obsesión que tiene la organización es: "señores, las azafatas son nuestra única ventana al exterior, ellas". Y tú luego vas y preguntas a una azafata algo que necesites y probablemente no te sepa ni contestar, porque seguramente sólo sabe lo suyo. Pero es que no hace falta, porque el resto va solo. No sé cómo lo logran. Me imagino que sí, que es en base a esas comunicaciones anteriores que todo el mundo recibe y a la preparación previa del acto. Ahí está prohibido correr, está prohibido moverse, la azafata que está aquí puede estar de aquí a allá pero siempre cuidando su puesto. Yo creo que eso es algo que les meten continuamente para transmitir que el único protagonista principal del acto es el público, los premiados y la familia real, nada más. Yo creo que ésa es la clave.

Moderadora:

Muchísimas gracias, Carlos, por esta brillantísima y maravillosa conferencia sobre los premios Nóbel. Esperamos que un día la tengamos editada para que podamos estudiarla como se merece, y te agradezco mucho todo el esfuerzo que has hecho por estar aquí, hoy, con nosotros. Gracias.

 

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