
C. Protocolo hospitalario. Manual de estilo. Comunicación.
En tiempos pasados el hermetismo, el laconismo y hasta el secretismo del sanador hacia sus ignorantes pacientes formaba parte de su aureola casi mágica de sabio.
Comunicación.
En tiempos pasados el hermetismo, el laconismo y hasta el secretismo del sanador hacia sus ignorantes pacientes formaba parte de su aureola casi mágica de sabio cuyos juicios nadie osaba discutir. La comunicación era escasa, oscura y unidireccional. Hoy en día, en cambio, la eficacia terapéutica de la relación entre profesionales sanitarios y pacientes depende en gran medida de la calidad de una rica comunicación de ida y vuelta en la que debe basarse esa relación. El buen comunicador debe estar dotado de capacidad para escuchar, explicar, comprender, sentir afecto, ser sincero y expresar sentimientos.
Se distinguen tres variedades de lenguaje médico: el hablado, el escrito (en historias clínicas e informes) y el publicado. Cada una de ellas posee sus características diferenciadoras y sus vicios particulares. Así, en el hablado se utilizan con frecuencia vulgarismos, sinécdoques, apócopes y barbarismos a los que el lenguaje coloquial, incluso el científico, es tan propenso, mientras que el escrito es el reino de la incorrección sintáctica, de los vicios retóricos, de los acrónimos (siglas) y, si es manual, hasta de los jeroglíficos.
Más allá de los mensajes puramente verbales o paraverbales (tono, fluidez, calidez, acento, etc.), los profesionales de la salud deben saber comunicar adecuadamente "más allá de las palabras", a través del lenguaje no verbal.
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