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J. EL CÓDIGO DE LA CIVILIZACIÓN REFLEXIVA: Autoavuda y cuidado del Yo. III.

Autoayuda y cuidado del yo. La civilizaciópn del conocimiento.

La civilización del comportamiento. Urbanidad y buenas maneras en España desde la Baja Edad Media hasta nuestros días
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Elias sostiene que la propia dirección en la que camina el proceso civilizatorio -el autocontrol- en su nivel micro es la que favorece la individualización; esa autoimagen de individuo escindido entre interioridad y exterioridad. El proceso civilizatorio en su avance comporta una progresiva regulación de las emociones así como una paulatina privatización de comportamientos o actos que anteriormente podían contemplarse en público. Además, tales comportamientos o actos se recubren de sentimientos de vergüenza, pudor o desagrado; sentimientos éstos de origen social. El progresivo ocultamiento de determinadas conductas o emociones evoca en la persona la sensación de un muro invisible que le separa de los demás, de aquéllos de los que en ocasiones hay que apartarse. Es a partir de esta separación cuando es posible construir una autoimagen del ser humano como individuo.

Tener que apartarse de los demás puede generar la sensación de que el resto, los otros y por extensión la vida social dificultan u obstaculizan la propia conducta, la coartan o la limitan. La persona comienza a aparecer como una entidad diferenciada de otras personas que encuentra fuera de la mirada de los demás la tranquilidad de la que no dispone cuando está 'vigilado' por el prójimo en la vida social. Únicamente su interioridad no puede ser "vigilada" y por ello comienza a ser concebida tal interioridad como lo más auténtico y valioso de la persona (Elias, 2000:149). De este modo, fácilmente puede alcanzarse la conclusión de que el individuo es su interioridad -sentimientos, afectos, pasiones, inclinaciones, opiniones...- y que en ocasiones la vida social dificulta el desarrollo de tal interioridad. Así pues, la vida social y por extensión la sociedad en su totalidad es caracterizada en términos de frialdad, imposición, limitación, poder influencia nociva u hostilidad:

"[...] es la sociedad lo que se opone como "mundo exterior" al "mundo interior", puede sentirse que la "sociedad" no es capaz de rozar el "núcleo interior del propio ser" o, según el caso, que es la carcelera que impide al individuo salir del interior de su celda hacia la vida" (Elias, 2000:150).

Esta autoimagen de la persona como individuo es admitida como "verdad emocional" (Elias, 2000:163) en el momento de individualización que hoy vivimos: la interioridad merece hoy día una valoración muy alta en la escala de valores de nuestra sociedad (Elias, 2000:165). Es la interioridad lo auténticamente característico de cada cual y lo que nos distingue del resto. Esta autoimagen del ser humano que sitúa en su interioridad el punto de referencia es afín a la idea de una civilización reflexiva en donde la persona se ocupa de analizar esa interioridad conformada por pulsiones, sentimientos, opiniones, creencias y afectos. En este punto del proceso civilizatorio y del sub-proceso que a partir de él se infiere, el de individualización, las maneras ya no constituyen un objeto prioritario de atención. Es más, incluso éstas dan la sensación de estar menos cuidadas que antaño, que están más "relajadas", percepciones ambas habituales para referirse a este proceso de informalización. Empero es más que eso: comportamiento y emocionalidad son controlados de un modo reflexivo que permite que a nuestra conciencia lleguen los impulsos y a los impulsos la conciencia. Ese control reflexivo y el proceso de individualización se encuentran tras la eclosión de un nuevo pseudogénero de publicaciones cuyo fin es proporcionar orientación y consejo para el gobierno y gestión de dicha interioridad. Me refiero a los libros de autoayuda (self-help) o autorrealización, elementos propios de este estadio civilizatorio reflexivo e individualizado (Giddens, 1997:25; Wouters, 1998:209).

3. La literatura de autoayuda.

Las publicaciones englobadas bajo el título genérico de "literatura de autoayuda" son de diverso cuño y su amplia variedad y heterogeneidad hacen dificultosa la tarea de definir qué es lo que puede entenderse por esta noción de 'literatura de autoayuda'. Inicialmente, puede atenderse a la propia composición de la palabra. Auto, del prefijo griego "autos" significa "uno mismo" o "por sí mismo", es decir, hace referencia a cualquier tipo de acción o comportamiento que desarrolla una persona por iniciativa propia. Pone, pues, en primer plano a la persona y su capacidad para actuar de forma autónoma e independiente. La palabra 'ayuda' se refiere al hecho de prestar cooperación a otra persona. Ahora bien, al estar precedida del prefijo "auto", la acepción inicial de ayuda, que tenía en mira a la otra persona como destinatario de la acción elimina ese sentido y centra esa cooperación en la propia persona.

Así, desde esta perspectiva, el receptor de la ayuda es en este caso el emisor de la misma. Y es éste el eje axial de la literatura de autoayuda: la persona, desdoblada reflexivamente en emisor y receptor de la ayuda, se convierte en un sujeto capaz de ayudar y en objeto susceptible de ser ayudado. Este presupuesto de partida es el que asumen todas las publicaciones que pueden incluirse en la categoría de "autoayuda" independientemente de que vayan a tratar temáticas diversas (la trayectoria laboral, las relaciones interpersonales, la enfermedad, la muerte, las adicciones o el amor). Teniendo presente este presupuesto de partida que, insisto, es común a todas las publicaciones de autoayuda, enumeraré a continuación un conjunto de características que entiendo contribuyen a fijar con más precisión aquello de lo que hablo.

- El propósito de la literatura de autoayuda es lograr que el lector adquiera una serie de rudimentos y herramientas cuya aplicación está dirigida a la consecución de su propio bienestar psíquico (Rapping, 1996:132).

- Para satisfacer este objetivo, la literatura de autoayuda elabora programas de actuación social y de gestión de la subjetividad que implican siempre el desarrollo de un ejercicio reflexivo de la persona sobre sí misma (Giddens, 1997:94).

- Como ejercicio reflexivo, las publicaciones de autoayuda siempre parten de un procedimiento inicial de autoobservación mediante el cual se conmina a la persona para que adquiera conciencia acerca de su modo de actuar, su pensamiento, sus sentimientos y sus sensaciones corporales (Giddens, 1997:94).

- Junto a la exposición de técnicas, recomendaciones y argumentos conviven pequeñas viñetas sobre aspectos parciales de la vida de algunas personas, testimonios de terceros o historias de relaciones que actúan como ejemplificaciones positivas o negativas o como guías para el lector. Son, pues, en palabras de Nikolas Rose, narrativas de sentimientos que permiten al lector identificarse con situaciones similares a las suyas (Rose, 1990:248).

- La voz del autor en este tipo de publicaciones es calmada, personal y autorizada (Rapping, 1996:134). Calmada porque no insta con urgencia al lector para que intervenga sobre su subjetividad y conducta. Antes bien, aunque el objetivo global sea lograr el bienestar psíquico del lector, sus consejos proponen tareas sencillas, no excesivamente ambiciosas y orientadas siempre a la consecución de pequeños logros. Es una voz personal porque en la mayor parte de las ocasiones se dirige de forma individualizada a quien lee, predominando el uso del 'tú' sobre el 'usted'. Esta personalización del mensaje, que parece dirigido y elaborado exclusivamente para quien lo está leyendo, se acompaña de confesiones o comentarios sobre la propia vida del autor, que cuenta de qué modo se condujo en determinadas situaciones o cómo resolvió determinadas controversias psíquicas personales. Se crea de este modo un contacto directo e íntimo entre el lector y el autor. Y es una voz autorizada puesto que al vivir determinadas situaciones vitales problemáticas puede aconsejar con conocimiento de causa al lector. Esta autoridad que jamás se presenta de modo impositivo es reforzada por la formación intelectual y académica y por la experiencia laboral del autor. Así, la mayor parte de estos autores son psicólogos y ejercen como profesionales además de que puedan dedicarse a la formación y la enseñanza.

- Los consejos y recomendaciones en este tipo de publicaciones no se formulan en términos imperativos y vinculantes. No se emplea el lenguaje del "deber ser" sino que se le presentan al lector en un tono condicional e hipotético posibles cursos de acción y alternativas varias.

- Este tipo de publicaciones se dirigen a todo tipo de lectores independientemente de consideraciones sociales, status, procedencia familiar o capacidad económica. Su vocación de alcance es plenamente universalista. Esto hace que el estilo y lenguaje empleados sean fácilmente accesibles, desprovisto de tecnicismos y referencias eruditas.

- Los temas que tratan son variados y amplios: el concepto que cada persona tiene de sí misma, los vínculos y relaciones interpersonales, las circunstancias laborales, los contactos entre sexos, al amor, la amistad, la presentación en público, la muerte, la vejez o la enfermedad tienden a ser los temas recurrentes dentro de una abanico de infinitas posibilidades.

Así pues, las publicaciones de autoayuda son, en terminología foucaltiana, "tecnologías del yo" que permiten a la persona efectuar por sí misma una serie de operaciones sobre sus ideas, sentimientos y comportamientos que provocan en tal persona una transformación conducente a la obtención de un cierto grado o estado de bienestar o felicidad (Foucault, 1990:48).

 

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