La educación en la calle de las niñas

Reglas de cortesía y comportamiento para una niña bien educada

Aquella urbanidad

1. ¿Cómo se porta la niña bien educada en la calle?

Debe cuidarse de no llamar la atención, ni porque camine tan distraída que pase ante los conocidos sin saludarlos, ni porque vaya tan tiesa y presumida que se fijen en ella los que la vean.

2. ¿Qué fatas evita particularmente en la calle la niña bien educada?

Primero. Volver la cara para mirar a los que ya han pasado.

Segundo. Acercarse a las ventanas bajas de las casas, para mirar lo que hay en las habitaciones.

Tercero. Hablar muy alto o reírse a carcajadas.

3. ¿Qué otras faltas evitará la niña bien educada?

Tampoco se permitirá fijar la vista en las personas que pasan o que están en las ventanas.

4. ¿Por qué lado ha de caminar?

La niña bien educada irá siempre por el lado derecho de la calle y no por la acera izquierda.

5. ¿Qué hará cuando por el camino por donde pase haya personas conversando?

Procurará pasar un poco apartada y si es imposible hacerlo, pedirá dispensa antes si tiene que pasar entre ellas.

6. ¿Cómo se portará con quien la acompañe?

Si es una señora de respeto, le dará la derecha; si es un caballero, tomará ella misma la derecha, a menos que sea su padre o su abuelo.

7. ¿Qué tendrá presente en las ciudades al atravesar una calle?

Que muchas veces es peligroso. Conviene mirar antes si vienen autos o tranvías que la puedan atropellar, y fijarse bien en dónde se pone el pie, para no caer.

8. ¿En qué ocasiones pone más particular atención?

Al volver las esquinas para no dar la espalda a quien la acompaña, y sobre todo para no chocar con los que vienen en sentido contrario.

El mal ejemplo de una niña maleducada

Yo misma vi la otra tarde, como una niña que venía del colegio tomó una botella vacía que encontró en la calle y la estrelló contra la esquina.

- ¿Por qué eres tan mala?, le dijo la criada.

- Eso no es ser mala, contestó la niña con descaro, porque la botella no era de nadie.

- Pero, hija, ¿no ves que alguno puede tropezar con los cascos y lastimarse?, vamos, al menos, a quitarlos.

- ¡También son escrúpulos!, replicó la niña, pero por darte gusto vamos a recogerlos.

Por desgracia, sucedió que cuando comenzaban a hacerlo vinieron otras dos niñas corriendo y empujándose, tropezó una y se cayó sobre los cascos, destrozándose la cara y las manos.