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Las presentaciones y las visitas. IV.

En una visita, cuando nos ofrezcan comidas o bebidas, las aceptaremos después de alguna instancia.

Novísimo Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para uso de la juventud de ambos sexo
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Cuando pasemos por un lugar estrecho cederemos siempre el paso a los demás, en especial si son señoras.

Es impolítico el exigir a una persona un pago en momentos en que esté acompañada.

Cuando visitemos a un enfermo no nos hagamos molestos robando el tiempo a los que le asisten, si pedir que nos introduzcan en su alcoba; y si nos instan a ello, permanezcamos allí solo el tiempo que nos indique la prudencia.

Es muy obsequioso en una visita el excitar a cantar o tocar a las personas de la casa que posean esta habilidad.

Cuando nos ofrezcan comidas o bebidas, las aceptaremos después de alguna instancia.

Si de noche se encontrare un caballero de visita en una casa, y una señora se despidiese para irse sola, deberá ofrecerse a acompañarla, y si la señora acepta, corresponderá a su atención con el ofrecimiento de su casa.

Cuando vayamos a alguna casa en compañía de otras personas, toca siempre al superior o a la señora el terminar la visita.

Si entrase una persona con quien estemos públicamente desacordes, no debemos retirarnos inmediatamente.

Al acto de retirarnos de una reunión numerosa, llamemos lo menos posible la atención.

Al despedirse un caballero de otro a quien esté visitando, si no hay más que las personas de la casa, no manifestará oposición a que el visitado le acompañe hasta la puerta de la sala; allí volverán a despedirse, mas si el visitado se empeñase en acompañarle hasta la puerta de la casa, lo rebasará por una vez.

Una señora no lo rehusará, pues es natural que sea acompañada hasta la puerta.

Cuando un caballero reciba a varias señoras, las colocará en los asientos principales, y se sentará en frente para dirigirlas a todas la palabra.

Si una señora está acompañada de visitas, y se presenta otra señora, se levantará y la saldrá, afectuosamente, al encuentro.

Si al salir a la calle encontramos a una persona que vaya a visitarnos, nos empeñaremos en que suba, y solo si es de mucha confianza y tenemos un negocio urgente, consentiremos en que se marche.

Es muy incómodo para las personas que nos visitan verse acometidas por los niños de corta edad, que a veces los molestan con sus caprichos.

Los niños de ambos sexos no se presentarán en las visitas sino cuando sean mayores y puedan guardar la debida compostura.

No hay nada tan intolerable como el prurito de ciertas madres, que fastidian a las gentes con la presencia constante de sus niños, y los excitan a que repitan delante de ellas sus gracias y sus juegos, y luego, al ver que se propasan, como es natural, los reprenden y los castigan, dando lugar a que lloren y ensordezcan a los que tienen la bondad de visitarlas.

Los niños, mientras son pequeños, no deben presentarse más que delante de las personas de mucha confianza, y se puede ser buena madre sin obligar a la sociedad a que tome parte en nuestras molestias.

Otro escollo mayor tienen que evitar las madres, y es que cuando tienen niños adultos suelen transformar a los que las visitan en examinadores de sus hijos, enumerándoles sus estudios, sus adelantos y sus gracias, y
obligando a los pobres niños a que reciten alguna cosa o repitan una lección.

Esto es tanto más fastidioso, cuando que los que las visitan, se ven obligados a fingir admiración o sorpresa, contribuyendo a hacer a los padres incorregibles, y a los hijos pedantuelos intolerables, so pena de pasar por descorteses.

Cuando, estando acompañados, entre una persona a tratar con nosotras de un negocio, no la excitemos a que hable en presencia de los extraños.

No leamos ninguna carta delante de las visitas como no seamos instados para ello.

No dejemos solas a dos personas si sabemos que están desacordes entre sí.

La señora de la casa no se permitirá excitar a un caballero para que acompañe a la señora que se retira si no tiene con éI mucha confianza.

Es también impropio rogar que se detenga a una persona que nos visita de etiqueta.

Al acto de retirarse una visita se tendrán presentes las reglas siguientes:

  • 1ª. La señora de la casa acompañará a otra señora hasta la puerta de la escalera; pero si al mismo tiempo está recibiendo otras visitas, y no hay quien la sustituya para hacer los honores, la acompañará solamente hasta la puerta de la sala.
  • 2º. Si es caballero el que despide a otro, hará lo mismo; pero si tuviese otras visitas no hará más que levantarse y dar algunos pasos.

Inútil es decir que los criados deben adelantarse a abrir, y no cerrar hasta que las visitas hayan bajado algunos tramos de escalera.

La persona que acompañe a otra que se despide tendrá cuidado de ir siempre a su izquierda.

Cuando se remiten tarjetas, si en la casa hay un caballero y una señora, se remiten dos, una para el primero y otra para la segunda.

 

Nota
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