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La corbata. Modos de ponerse la corbata. Parte II.

Nuestros vecinos los ingleses dan una grande importancia al arte de ponerse la corbata.

Guía de Protocolo Diplomático. 1886
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Dice el manual que hay más de treinta maneras de encorbatarse
Cada nudo de corbata tiene su momento y su tipo de corbata. Dice el manual que hay más de treinta maneras de encorbatarse

La corbata. Tipos de corbatas

No solamente es la corbata un adorno agradable, sino también un aderezo útil. El dulce calor que mantiene, facilita el juego de los órganos, hace la voz más sonora y más grata y el semblante más fresco. Su uso facilita mil acciones diversas; y sin referir aquí el servicio que hizo la suya a Pichegru en la prisión del Temple, probará la anécdota siguiente que es capaz de acciones heroicas.

Habían echado en cara, no hacía un instante, dice el doctor Pezis, al valiente general Lasalle, entonces joven y víctima de la moda, lo enorme de su corbata. El regimiento que mandaba entra a la carga, es rechazado, vuelve a cargar de nuevo, dispersa la caballería enemiga, y viene a descansar a su vivac. Me avisan que el coronel ha recibido un pistoletazo en el pescuezo, corro, y me enseñan una bala que se había detenido en lo espeso de aquella enorme corbata que yo había vituperado tanto. Dos oficiales y algunos húsares habían recibido también sablazos sobre las suyas; y no pude menos de convenir que las grandes corbatas servían para alguna cosa.

Bajo el aspecto literario, la importancia de la corbata es mayor, en cierto modo; es la divisa del genio, y un ojo observador reconoce en el gusto de la corbata a un poeta o a un químico.

Nuestros vecinos, los ingleses, dan una grande importancia al arte de ponerse la corbata. Hace unos diez años que se publicó en Londres un grueso volumen titulado "Cravatiana", probando la superioridad de John Bull sobre todos los pueblos que llevan corbata, y la obra tuvo un suceso piramidal.

Un erudito en punto a corbatas ha dado a luz entre nosotros un tratado en que se enseña la teoría de más de treinta maneras particulares de encorbatarse. Los lectores curiosos pueden acudir a esta obra original; y en cuanto a nosotros, nos bastará indicar la composición de las principales corbatas que nos es dado ignorar.

En primer lugar, diremos que tengáis una corbata. Ninguna lavandera, planchadora o encargada de la ropa blanca puede dispensarse de plegarla de antemano; pero si la que tenéis carece de ciencia y de gusto, plegad vosotros mismos vuestra corbata, que esté bien dividida y engomada; plegad las esquinas en diversas direcciones; la una de lo bajo a lo alto, y la otra de lo alto a lo bajo, a fin de que juntándose debidamente en el cogote, no alteren la hechura del cuello de vuestro frac. Dispuesta así la corbata, según los principios del arte, reflexionad detenidamente en lo que vais a emplear el día, porque es preciso que el nudo y el lazo de la corbata se halle en relación con las personas, tiempos y lugares. El nudo gordiano es indispensable para una visita de cumplimiento; el nudo de brida, basta al cazador; el nudo a lo valija, conviene para el paseo, el sentimental para una cita, o a la americana, a lo Birón, a lo matemático, la oriental, el gastrónomo, regulan según la ocasión la debida preferencia; cada uno de ellos tiene sus ventajas y mérito.

"Es preciso que el nudo y el lazo de la corbata se halle en relación con las personas, tiempos y lugares"

La corbata blanca lisa es la única admitida en el traje de ceremonia. Toda corbata rayada o en cuadros es de medio tono. La corbata de color, sea cual sea, no se lleva sino en "Negligé", así como la corbata negra que solamente un eclesiástico, o un militar en uniforme pueden llevar a una tertulia.

De todos los modos de poner la corbata, el más difícil y el más común es el nudo gordiano. Así como el famoso Mr. Jourdain hacía prosa sin saberlo, todo el mundo compone inocentemente este famoso nudo que ha debido costar tantas investigaciones y desvelos a su inventor.

En la perfecta ejecución de este nudo consiste todo el punto, pues los otros métodos no son sino modificativos derivados de él. Jamás se podrá uno aplicar demasiado a conocer bien la teoría y práctica del nudo gordiano.

Pero no espere aquí una descripción circunstanciada de esta especie de invento. Conviene más hablar a los ojos que a los oídos, y en vano diríamos que echada la corbata alrededor del cuello, no se trata ya, sino de hacer un nudo y volver las dos extremidades sobre el nudo mismo, bajando después a unirle en el punto de conjunción con un alfiler. El lector quedaría tan a obscuras como antes de leernos; por otra parte, suponemos que los lectores de nuestra obra necesariamente han de ser hombres de gusto, que sabrán ponerse la corbata, que se mirarán al espejo, y que este les instruirá mucho mejor que nosotros.

La corbata a lo oriental debe ser muy pequeña; los extremos muy engomados; se levantan las puntas hacia los dos lados y forman una media luna. Encorbatado así cualquiera, no hay más diferencia entre él y un turco, sino que éste lleva la media en la cabeza y el otro en el cuello.

La corbata americana es la más sencilla de todas. Echada al cuello, se reúnen las dos extremidades por delante y se las pasa una sobre la otra como para hacer un nudo; pero no se hace, sino fijarlas por medio de un alfiler.

La corbata a lo Byron -Biron-, cuyas dos extremidades forman un gran nudo bajo la barba, es uno de los escollos en este género. Ridícula en una población, es de moda en el campo, y sobre todo para los jóvenes.

La corbata de baile se dispone con la ayuda de una docena de alfileres; no tiene nudo y las extremidades se pliegan una sobre otra.

La corbata a lo gastrónomo, estrecha, sin goma y negligentemente sostenida con un nudo corredizo, fue por mucho tiempo de moda fuera de la hora de la comida; los que la dieron estimación debían llevarla ahora puesta al brazo como lazo de nudo militar.

Sería necesario un volumen entero para describir las corbatas Irlandesa, matemática, a la perezosa, a lo novelesco, a lo Telma, Rusa, diplomática, etc., etc., etc., y enseñará más al lector sobre el particular una concurrencia de grandes bailes por carnaval que un tomo en folio. Solo recomendamos la observación y atrevimiento que valen por muchísima experiencia; pero conviene sobre todo no perder jamás de vista este axioma. Una corbata que al primer golpe no se pone bien, debe ser inmediatamente vuelta a la planchadora; ya de nada sirve, es como la crema o el arroz que se ha cortado.

 

Nota
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