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I. EL CÓDIGO DE LA CIVILIZACIÓN: El penúltimo jalón del camino. V.

El penúltimo jalón en el camino. La generalización de la educación.

La civilización del comportamiento. Urbanidad y buenas maneras en España desde la Baja Edad Media hasta nuestros días
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Esta pérdida de narratividad con el consiguiente aumento de la posibilidad de lecturas selectivas se debe, según Arditi, a un cambio en el centro de referencia de las buenas maneras (Arditi, 1999:36). Apoyándose en Michel Foucault y Pierre Bourdieu, parte de una concepción del discurso que atiende no sólo a su valor referencial o representacional sino también al hecho de formar parte de una infraestructura de prácticas ordenadas. Según esto, existe una correspondencia entre el ordenamiento de la realidad y el ordenamiento del discurso. Y en el caso de las buenas maneras, la conexión se establece entre la exposición de los contenidos de las obras a ellas dedicadas y la disposición del entramado social. De acuerdo con esto, cuando existe un punto de referencia dominante en la definición y monopolización de situaciones sociales -la Corte o la aristocracia- como el comportamiento, la literatura de buenas maneras tiende a adoptar un carácter narrativo por ser éste quien mejor aprehende el orden y la consistencia impuestos por ese centro de referencia dominante (Arditi, 1999:36). Empero, cuando el punto de referencia no puede ser identificado con facilidad, el carácter narrativo se resiente. La dificultad para identificarlo se traduce en un ordenamiento social descentralizado y discontinuo que tiene su equivalencia en una literatura sobre buenas maneras de carácter fragmentario. Ya no existe un único centro de referencia dominante sino una multiplicidad de ellos. Por ello, será distinta la preceptiva que aplicar sobre la conducta dependiendo del centro de referencia en el que se encuentre la persona, ya sea en el ámbito familiar, laboral, lúdico o afectivo:

"Existe una etiqueta formal que demanda una personalidad formal, una etiqueta de los negocios que demanda una personalidad de los negocios, una etiqueta del ocio que demanda una personalidad para el ocio, una etiqueta de viaje que demanda una personalidad para los viajes, etc. y dentro de cada una un número de personalidades tipo que se le exige adoptar a la persona en diferentes circunstancias" (Arditi, 1999:36).

Esto no implica una pérdida de coherencia sino que es ante todo una manifestación de la discontinuidad del entramado social y el afianzamiento de una sociedad marcada por la multiplicidad de centros de referencia referidos a las maneras sin que ninguno de ellos se erija en dominante frente al resto (Arditi, 1999:37). En los manuales tradicionales de buenas maneras, aquellos que se encuadran en el universo estamental, se trasluce siempre la presencia de un centro de referencia socialmente dominante -aristocracia, Corte, Iglesia- que viene a marcar la pauta en lo que a conducta se refiere. Estos manuales reflejan esa disposición de la sociedad presidida por las jerarquías, la consistencia y la estabilidad; y lo reflejan adoptando un tono narrativo continuo. Cuando ya no puede hablarse de un único centro de referencia, sino de muchos y sin ser ninguno dominante, la disposición de la sociedad se torna discontinua y fragmentada, reflejando la literatura sobre buenas maneras ese carácter fragmentario mediante la provisión de reglas de conducta específicas para cada uno de los escenarios sociales que frecuenta la persona. Esto conlleva una gradual transformación de las obras sobre buenas maneras en obras de referencia en las que selectivamente el lector consulta en función de sus necesidades e intereses.

4. Descripción de las publicaciones analizadas.

Una vez efectuada esta presentación del marco general en el que se insertan las publicaciones sobre buenas maneras, paso, seguidamente, a presentar el conjunto de publicaciones que he analizado y que dan forma al código de la civilización. El orden en el que aparecen responde a criterios cronológicos, de tal modo que se va desde la obra más antigua -atendiendo al año de la edición que he consultado- a la más reciente.

Libro de la Urbanidad y Cortesía para el uso de las escuelas del profesor de Primeras Letras Antonio Cortés Moreno (Madrid, Imprenta de la Viuda e Hijo de Marín, 1795, 5a edición). El autor figura como miembro de la Real Academia de Primera educación y Revisor de Letras. A él debemos esta obrilla concebida como cartilla de lectura destinada al aprendizaje del deletreo y silabeo por parte del alumno. El motivo que se toma para desarrollar tal aprendizaje no es otro que las buenas maneras como componente esencial del comportamiento civilizado. Sus preceptos abundan en la regulación y adecuada satisfacción de necesidades biológicas básicas (comida y eliminación de excrecencias) incluyendo, además, reglas relativas a la higiene y el aseo personal. Se trata de una obra acorde al dogma católico y en consecuencia, incluye también enseñanzas relativas a los diferentes actos litúrgicos y a las distintas virtudes -caridad, castidad, templanza, paciencia, prudencia- con las que enfrentar pecados como la soberbia, la avaricia o la impureza. Esta misma obra se reedita en 1799 (Simón Palmer y Guereña, 1995:137) (Nota: En esta obra de referencia bibliográfica no figura el año en que aparece la primera edición de esta obra).

El maestro de sus hijos ó sea la educación de la infancia. Lecciones en forma de diálogo sobre la moral, la virtud y la buena crianza de Juan Bautista Blanchard, más conocido en España como 'Mr. Blanchard' (Nota: Será esta la denominación que emplearé cuando me refiera de ahora en adelante al autor)(Valencia, Juan Mariana y Sanz Editor, 1864, 4a edición). En este caso, la fórmula elegida es la dialogada en la cual un padre muestra a sus hijos los criterios que han de regir la conducta y la moralidad. La obra incluye un conjunto de opúsculos morales -uno de ellos a cargo de Benjamin Franklyn-, pequeños cuentos de intención ejemplarizante y un compendio final de conocimientos teóricos generales de las más diversas disciplinas. El autor afirma que se trata de una obra sobre la 'sociedad' y las obligaciones del niño para con Dios, la familia, la patria, la propiedad, el prójimo y los animales. En ella hay además cabida para preceptos relativos a la gestión del patrimonio económico y para un compendio general de máximas de 'sabiduría'. Insiste en declarar que el ser humano es un animal cuya naturaleza es fundamentalmente social y que la base moral de cualquier acto es la reciprocidad ética, esto es, no hacer a los demás lo que a uno mismo no le gustaría que le hiciesen. La primera edición es la del año 1843, volviéndose a editar más tarde en 1846 y 1851 (Simón Palmer y Guereña, 1995:147). La obra es una traducción al castellano desde el francés original.

Lecciones de moral, virtud y urbanidad de José de Urcullu (Barcelona, Faustino Paluzíe Impresor-Editor, 1897). Tratado escrito en forma de diálogo en el que el autor se sirve como recurso de la conversación que mantiene un padre con sus hijos tratando de instruirlos en lo moral y en lo conductual. No difiere de lo común entre este tipo de publicaciones si bien incluye un novedoso apartado dedicado al consumo de tabaco. El propósito del autor es la formación de 'hombres de bien'; propósito que entiende vinculante también para los padres. Reconoce explícitamente seguir el plan de Blanchard y Lord Chesterfield en su escrito si bien efectuando las pertinentes adaptaciones a las costumbres españolas. Ayudándose de citas del Libro de los Proverbios de Salomón, enumera todos y cada uno de los elementos que deben tenerse en cuenta a lo largo de un día normal en la vida del niño. Define la urbanidad como el arte de hacerse agradable a todos según la tradicional observancia de edades y rangos sociales y confía en la imitación y en la ejemplificación como métodos didácticos. El principio fundamental de la urbanidad sería la reciprocidad ética y afirma que sin dicha urbanidad, la sociedad no sería más que un reducto de salvajes. La primera edición es del año 1826, a la que seguirían hasta 1897 veinticuatro nuevas ediciones. (1835, 1837, 1839, 1844, 1845, 1852, 1853, 1854, 1855, 1857, 1858, 1859, 1862, 1865, 1866, 1867, 1869, 1870, 1872, 1880, 1882, 1883, 1885 y 1888) (Simón Palmer y Guereña, 1995:143).

Las obligaciones del hombre de Juan Escoiquiz (Barcelona, Imprenta de José Inglada, 1900). Es una obra declarada de texto para las escuelas primarias. No presenta variaciones substanciales respecto a lo que es habitual entre este tipo de obras. Está escrita en forma de tratado huyendo así de la fórmula catequética, dialogada o versificada. Se recomienda sea utilizada tras el manejo y aprendizaje por parte del alumno de los libros de primeras lecturas. Metodológicamente, se sugiere al profesor que se hagan lecturas en clase en voz alta y comentarios sobre cada uno de los capítulos tratados. Se inscribe en el dogma católico reconociendo las obligaciones que debe observar el alumno ante Dios, ante sí mismo y ante sus semejantes. Se predica el imperativo de hacer el bien sin esperar retribución por ello y se conmina al alumno a ser virtuoso ejercitando su entendimiento, voluntad y memoria. La primera edición es del año 1819 dándose una larga serie de reediciones que entran sobradamente en el siglo XX: 1821, 1822, 1826, 1831, 1836, 1837, 1838, 1842, 1843, 1845, 1847, 1853, 1854, 1857, 1859, 1862, 1864, 1865, 1874, 1876, 1882, 1909, 1916, 1926 y 1939. Es, pues, una obra extraordinariamente reeditada que además disfrutaría de una amplia difusión en la red de escuelas primarias (Simón Palmer y Guereña, 1995:142; Benso Calvo, 1997:94).

 

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