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La verdadera importancia del 'dress-code'

Asistimos a eventos en los que se declara el código de vestimenta con un fin específico: conseguir trabajo, conocer gente interesante, promocionarse, pasar un buen rato en buena compañía

Parte del texto: Vogue - Rusia
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Hombre vistiendo un traje
Importancia dress code. Hombre vistiendo un traje

Códigos de vestimenta en los eventos de protocolo

"Margot Tennant (más tarde Asquith, condesa de Oxford), hija del empresario y político Charles Clough Tennant, hizo su debut en sociedad a mediados de la década de 1880. Una noche, salía a cenar, cuando recibió una invitación de su padre para asistir a una recepción en la casa de Lord Randolph Churchill, donde se suponía que estaría presente el Príncipe de Gales. Margot decidió no cambiarse y se fue como estaba: con un sencillo vestido blanco hecho de muselina de seda con mangas de gasa transparentes y una falda larga, y con un cinturón de tafetán azul. Tan pronto como la joven entró a la sala, vio que todas las mujeres estaban vestidas como se debe estar en la corte -en trajes de gala con hombros descubiertos- su cabello estaba adornado con tiaras. Alrededor de ella escuchó:

"¡Mire a la señorita Tennant! ¡Está en camisón!"

Y una señora comentó:

"Probablemente nadie le advirtió sobre la llegada del Príncipe de Gales... ¡Pobre niña! ¡Qué vergüenza!"

Más tarde, la debutante escribió en su diario:

"¡Cómo lamenté no haberme puesto un vestido más elegante!".

El código de vestimenta en los eventos de protocolo existe desde hace mucho tiempo. La línea de pensamiento moderna tiende a la libertad, la autoexpresión y la independencia. Incluso muchos expertos en etiqueta tienden a creer que el código de vestimenta es una reliquia del pasado y debería desaparecer pronto.

Romper las reglas... solo si eres una 'estrella'

Como ejemplo, citan a Steve Jobs, quien en todos los eventos apareció con un jersey de color negro de cuello alto, que se convirtió en su símbolo.

Pero estas personas no toman en cuenta que para poder romper las reglas, tienes que ser una estrella al tamaño de Steve Jobs, cuando tu nombre solo se convierte en tu código de vestimenta.

Como soy más una especialista en etiqueta que en protocolo, mi tarea ahora será conciliar etiqueta y protocolo en este asunto. ¿Por qué conciliarlos? Debido a que la tarea de la etiqueta es crear comodidad para todos los presentes, ayudar a una persona a salvar las apariencias en una situación incómoda, y en el protocolo, cada detalle es de importancia global y la desviación de las reglas puede provocar malentendidos y conflictos. Por lo tanto, invocaré la etiqueta para ayudar al protocolo.

Sabemos que el código de vestimenta para las invitaciones es para hombres. ¿Por qué? Porque la ropa de hombre es más uniforme. Un hombre, según el código de vestimenta, decide qué se pondrá: frac o esmoquin, el tipo de zapatos, el color de la corbata, etc.

Y resulta que la libertad de elección de atuendo se deja para las mujeres, pero al mismo tiempo hay muchas más tentaciones.

Casi siempre, las mujeres conocemos nuestras ventajas y desventajas físicas. Sabemos qué enfatizar y qué esconder. Sabemos qué estilo y qué color nos quedan mejor. Y este conocimiento a veces nos juega a bromas crueles. Dejamos de darnos cuenta de que en los eventos formales nuestro atuendo es el mismo uniforme, y no una forma de expresar nuestra sexualidad, creatividad, libre pensamiento, etc.

Muy a menudo escucho: los vestidos largos no me quedan bien, el pelo recogido no me queda bien, los tacones altos no me quedan, me veo fea con este atuendo.

Y si no hay forma de elegir tu atuendo junto con un especialista en etiqueta y protocolo y con un estilista, para que, por ejemplo, un vestido largo coincida con el código de vestimenta y no estropee tu figura, entonces mi consejo es sacrificar la belleza por el bien de la etiqueta. Las mujeres pueden levantarse en armas en mi contra, y comprendo el deseo de todas de ser lo más bellas posible, pero intentaré explicar por qué es preferible vestirse según el código de vestimenta y no según el gusto personal.

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Asistimos a eventos en los que se declara el código de vestimenta con un fin específico: conseguir trabajo, conocer gente interesante, promocionarse, pasar un buen rato en buena compañía. En cualquier caso, queremos causar una buena impresión y, en tal situación, es importante cumplir con los requisitos.

En primer lugar, si se trata de un evento estrictamente formal, es posible que no seamos admitidos si vestimos de manera inapropiada.

Podemos parecer princesas con un vestido de cóctel, pero si la invitación dice "corbata negra", no importa lo hermosas que seamos, simplemente no nos dejarán entrar.

En segundo lugar, incluso si logramos entrar, inmediatamente sentiremos que nuestra apariencia es diferente a la de los demás. En caso de que no lleguemos a conmocionar con nuestro atuendo a la sociedad, estaremos muy incómodas, y esto no nos dará confianza en nosotras mismas, ni buen humor, ni nos dará alegría para disfrutar el evento.

En tercer lugar, el incumplimiento del código de vestimenta supone muchas cosas. Por ejemplo, que francamente no nos importan las reglas aquí adoptadas y no consideramos necesario obedecerlas.

O que solo estamos en este evento por equivocación, y es poco probable que seamos una persona importante.

O que estamos aquí por primera vez y aún no sabemos nada.

Mujer en un cóctel
Códigos de vestimenta y protocolo. Mujer en un cóctel

En cualquier caso, no podemos saber qué conclusiones sacarán los demás sobre nosotros, pero llamaremos la atención y seremos tratados en consecuencia, y puede que no nos guste.

"Había la indicación de usar corbata negra en la invitación. Incluso fui al alquiler y pregunté el precio: un esmoquin para la noche me hubiera costado como una semana de cerveza. Y lo más importante, ¿por qué? Tengo un blazer de lujo, impecable, siempre soy el más chic en cualquier evento. Y esta fue una fiesta temática de British Bond en el College of Europe en Brujas. Todos los sábados había algo así. Alquilaron un chalet, pusieron proyecciones de las primeras películas en las paredes: Sean Connery, Roger Moore, cócteles, juegos de palabras.

Todo parecía ir bien, una cosa solo arruinó mi velada. El Colegio tenía alrededor de doscientas cincuenta personas.

Digamos que no todos vinieron, resulta que llegaron al menos un centenar de jóvenes. Había 98 de ellos con esmoquin, y en el resto yo y un camarada que se presentó tan mal en términos de éxito social que apareció con un suéter de punto grueso. Así que aprendí por las malas que: el código de vestimenta debe respetarse, y no soy el más chic del mundo. Desde la pantalla, Sean Connery miraba todo esto con una ceja levantada, luciendo un esmoquin que le sentaba como un guante. Y ahora tengo dos esmóquines: una más conservador y otro más moderno.

Desafortunadamente, lo uso con mucha menos frecuencia de lo que me gustaría.

Sergey Polotovsky, maestro de ceremonias, traductor, artista."

Y en general, tenemos un protocolo y código de vestimenta no solo en la corte, en la diplomacia o en la política. Todo esto existe en cualquier unidad social. Por ejemplo, uno de los lectores de Facebook me envió este mensaje hace un año en respuesta a mi publicación sobre códigos de vestimenta:

"En Vogue leía hace días la historia en imágenes de Coco Chanel. La moda es efímera, decía ella, el estilo permanece. Sencillez y elegancia. Leí tu artículo y me parece formidable... Pero, eso de sacrificar la belleza para complacer la etiqueta, es muy osado, no? jaja. ... En una oportunidad me ocurrió que asistí a una charla en el trabajo, un día no laborable, sábado. Yo fui con short - pantalón corto - y zapatillas, todos los demás con Jean y camisa blanca. Me sentí incómodo, allí se cumple lo que señalas, "el vestido no coincida con el código de vestimenta".

El código de vestimenta indica a la gente que no somos ajenos a la sociedad donde estamos. Indica a los demás que nos tienen que tratar como a las personas de su círculo social. Ayuda a nosotros mismos sentirnos bien, cómodos, y aprovechar al máximo todas las oportunidades y beneficios que nos da la vida.

 

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