El alumbramiento. La llegada de un bebé
A los quince días del nacimiento se envían a los amigos las cartas comunicando la fausta nueva
Acontecimientos familiares: el nacimiento de un bebé
Aquella urbanidad
La dama elegante no deberá recibir en los últimos meses que preceden al alumbramiento. Su silueta deformada, los cuidados de la higiene, y hasta los de preparar la canastilla para el recién nacido, la alejan de la sociedad.
Nada hay que más deleite a la mujer que el hacer esas ropitas finísimas, esos encajes y esos adornos destinados al ya querido y futuro bebe.
Se debe preparar una cunita en el gabinete de la mamá, sin prejuicio de la que se instale en su habitación o en la del la nodriza, según quien la lacte. Es muy elegante tener una pequeña canastilla con una envoltura y todos los accesorios que necesita la toilette del recién nacido.
Después del alumbramiento, la madre puede recibir en el lecho a su familia y amigas íntimas, y después de levantada, en el gabinete; está autorizada a recibir señoras en elegante deshabillé. Para recibir a los caballeros necesita estar en estado de vestirse y pasar al salón, lo menos un mes después del nacimiento del hijo.
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Así, los caballeros se limitarán a dejar tarjeta o visitar al esposo.
Comunicar el nacimiento del hijo
A los quince días del nacimiento se envían a los amigos las cartas comunicando la fausta nueva:
"El señor y la señora de ..... tienen el gusto de participarle el nacimiento de su hijo Juan".
Ya se debe fijar el nombre, aunque no se haya verificado el bautizo.
Estas cartas deben contestarse en el acto con palabras afectuosas, pero se espera tres semanas o un mes para hacer la visita, si no media gran confianza.
La visitas al bebé y a la madre
Las visitas de esta clase han de ser cortas, y las amigas íntimas llevan algún regalo al recién nacido.
La madre puede devolver las visitas si el estado de su salud se lo permite, o excusarse advirtiendo a las visitantes que no tendrá el placer de verlas en algún tiempo y darles las gracias por su felicitación.
Con el nacimiento del hijo empieza para la madre una nueva vida; los cuidados del pequeñuelo, las mil enfermedades propias de la primera edad, y más tarde la educación, la absorben y hasta la tiranizan.
Sin embargo, no tiene que olvidar que además de madre es esposa, y que la ternura que conserve del marido, además de hacer su felicidad, contribuirá también a la de su hijo.
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Así, conviene que la madre no exagere y atienda al hijo sin descuidar su toilette, la vida de sociedad y las atenciones que debe al marido.
En una buena organización hay tiempo para todo. El hijo ha de ser a los ojos del marido una joya más que realce los naturales encantos de la mujer.
Los pequeños cuidados, las preocupaciones, es preciso ocultarlas; el niñito, siempre limpio, encantador, en brazos de la nodriza o la niñera, elegantemente prendido, se le presenta al padre como una flor, como un delicioso juguete; pero en los momentos de trabajo o de intimidad, en los actos de la vida social en que la mujer deba acompañar al esposo, necesita un sacrificio del amor de madre para apartar al niño de su lado y atender a sus deberes de esposa.
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