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C. La sociologíaa de Norbert Elias: Programa teórico y teoría del proceso civilizatorio. VII.

La civilización del comportamiento. La sociología de Norbert Elias: Programa teórico y teoría del proceso civilizatorio.

La civilización del comportamiento. Urbanidad y buenas maneras en España desde la Baja Edad Media hasta nuestros días
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De la sociología, Elias critica lo que Ramos denomina su ahistoricismo temático y su ahistoricismo sustantivo (Ramos, 1994:35) (Nota: Para un estudio detallado de las divergencias entre sociología e historia puede verse Burke (1980), Braudel (1980), Juliá (1989) y Ramos (1995)). El ahistoricismo temático se refiere a la ausencia de la historia como tema en las investigaciones sociológicas: la sociología no se interroga por el pasado y vive centrada en la actualidad olvidando desarrollos y procesos históricos. El ahistoricismo sustantivo advierte la deficiente carga histórica que poseen los conceptos teóricos clave con los cuales los sociólogos construyen su argumentación. La sociología no dispone de conceptos adecuados que atiendan a la mudabilidad y al carácter procesual de la historia. Elias identifica esta sociología carente de referentes históricos con la sociología hegemónica de su tiempo: el estructural-funcionalismo, encarnado en la figura de Talcot Parsons (Nota: Elias efectúa una crítica frontal al estructural-funcionalismo y a las aportaciones parsonianas en la introducción a El proceso de la civilización. Cfr Elias (1987: 13-18)).

Como señalaba antes, Elias es considerado uno de los autores pioneros dentro de la llamada sociología histórica. Paradójicamente, Elias rechazaría esa etiqueta para la sociología al sostener que esta disciplina había de incorporar la historia en su trabajo a fin de alcanzar resultados provechosos y completos. Tal etiqueta legitimaría la posibilidad de una sociología que no incorporase la historia en sus estudios; posibilidad inaceptable para él (Van Krieken, 1998:6-7). En contra de su voluntad, entiendo que la sociología eliasiana, sobre todo la que se concreta en El proceso de la civilización y La sociedad cortesana, merece el apelativo de histórica ya que se ajusta al perfil de rasgos que caracterizan a la sociología histórica como corriente dentro de la sociología antes que como especialidad o subdisciplina sólidamente asentada y delimitada. Antes de considerar dichos rasgos resultan precisas algunas consideraciones en torno a la sociología histórica.

No existe una definición unívoca y precisa de eso que ha venido en llamarse sociología histórica. Esta expresión comienza a utilizarse a mediados de los años cincuenta para referirse en conjunto a las obras de Bendix, Smelser, Tilly y Moore; siendo ya de uso habitual tras la publicación del primer volumen de El moderno sistema mundial de Wallerstein en 1974 (Rodríguez Piña, 2000:16). Tal indefinición no significa que no sea posible detectar una intención común en todos aquellos autores que han propuesto definiciones acerca de la misma. Esta intención no es otra que concebir la sociología histórica como promesa de síntesis creativa entre la sociología y la historia. Dejando a un lado esta intención, general y amplia, las percepciones acerca de lo que sea la sociología histórica son variadas. Reseñemos algunas de ellas.

Para Abrams, la sociología histórica no es otra cosa que el estudio de la relación a lo largo del tiempo entre los condicionantes estructurales en el nivel 'macro' y las acciones individuales en el nivel 'micro' (Nota: Abrams (1982), cfr. Rodríguez Piña (2000:40)). En Smith encontramos una definición de sociología histórica que concibe ésta como indagación del pasado a fin de saber cómo funcionan y cambian las sociedades (Smith, 1991:3). Tilly se refiere a la sociología histórica como la investigación de las grandes transformaciones estructurales que tienen lugar en el mundo moderno -industrialización, urbanización, estatización...- combinada con la experiencia de los grupos humanos involucrados en tales transformaciones (Nota: Tilly (1981), cfr. Rodríguez Piña (2000:40)). En Skocpol la sociología histórica no aparece concebida tanto como una tarea o empresa -tal y como hemos visto hasta ahora en Abrams, Smith o Tilly- como identificada con una herramienta de la que puede echar mano el sociólogo para contrastar mediante pruebas establecidas en el tiempo y el espacio hipótesis que derivan de teorías sobre procesos históricos a largo plazo (Nota: Skocpol (1984), cfr. Rodríguez Piña (2000:40)). Paramio se expresa en términos similares a los empleados por Skocpol al ver en la sociología histórica un instrumento con el que contrastar la teoría macrosociológica (Paramio, 1986:7). Por último, Rodríguez Piña intenta ofrecer una doble definición de sociología histórica que amalgame los elementos presentes en las definiciones anteriores. Por un lado, la sociología histórica estudiaría sociedades presentes y pasadas con el propósito de identificar aquellos factores que expliquen cómo se produce el cambio de las mismas a largo plazo. Por otro, la sociología histórica se encargaría de explorar los vínculos entre el nivel micro de la acción humana y el nivel macro de la estructura social (Rodríguez Piña, 2000:38).

Esta breve enumeración de definiciones refuerza la idea de que la sociología histórica carece de una definición unívoca. Empero su indefinición puede ser parcialmente subsanada con la enumeración de una serie de rasgos que posibilitan la clasificación de una obra sociológica como perteneciente al no bien delimitado terreno de la sociología histórica. Estos rasgos no aseguran una exacta clasificación pero sí que proporcionan una pista valiosa para saber cuándo un estudio sociológico es susceptible de ser encuadrado en la categoría de estudios adscritos a la sociología histórica. Examinemos tales rasgos en relación con El proceso de la civilización:

- Existen temas recurrentes abordados por la sociología histórica; la modernización, la industrialización, la secularización, el proceso de formación del Estado o el desarrollo histórico de la democracia.

En este punto, El proceso de la civilización no desentona. En esta obra se abordan aspectos relativos a la modernización en lo tocante a la mentalidad, la racionalidad o el comportamiento en conexión con el proceso histórico de formación del Estado.

- El punto de mira de estas obras está puesto en el pasado: se estudian sociológicamente el pasado o los procesos de cambio acaecidos en el pasado que conducen hasta nuestro presente enfatizando el carácter histórico de lo social.

Elias estudia el pasado para, a partir del análisis de procesos históricos, explicar el presente. En este autor no existen dudas respecto a su defensa del carácter histórico de los desarrollos sociales.

- Es habitual el empleo de la comparación como herramienta metodológica así como la yuxtaposición de teoría y empiria. Se recurre a la comparación para ejemplificar, para distinguir a partir de ella hechos singulares o como material para confeccionar generalizaciones (Nota: Cfr. Ramos (1993:11-13) para un repaso a los métodos de clasificación de las obras de sociología histórica de acuerdo con a) el uso de la comparación como herramienta metodológica, b) el ensamblaje entre teoría y empiria y c) la adscripción institucional y académica de sus autores). En la yuxtaposición teoría/empiria puede resultar dominante el modelo teórico sobre el material empírico habiéndose elaborado el primero a partir del segundo. Si es el material empírico el que domina tienden a incrementarse las dificultades para generalizar y en consecuencia, para poder construir un modelo teórico.

Elias establece comparaciones entre, por ejemplo, los procesos civilizatorios alemán y francés. También yuxtapone teoría y empiria elaborando en gran medida una teoría del proceso de la civilización a partir del análisis empírico de los manuales de urbanidad y buenas maneras europeos desde el siglo XVI hasta el siglo XIX.

- Por parte de las obras de sociología histórica, es frecuente la pretensión de esclarecer conflictos dicotómicos clásicos dentro de la sociología: estructura/acción; micro/macro; holismo/individualismo metodológico; realismo/nominalismo social.

En Elias esta pretensión es evidente. Su concepto de configuración ambiciona la superación del dualismo clásico micro/macro o individuo/sociedad. Del mismo modo, su perspectiva procesual pretende dejar atrás la controversia cambio/estructura.

Elias encaja en el perfil definido por estos rasgos que, insisto, no garantizan una exacta identificación de aquellas obras adscritas a la sociología histórica pese a que pueden funcionar como rasgos orientativos de localización y clasificación. Cuando no existe un mínimo consenso en torno a lo que sea la sociología histórica es complicado fijar criterios con los que identificar obras que pudieran adscribirse a esa corriente.

 

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