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C. La sociología de Norbert Elias: Programa teórico y teoría del proceso civilizatorio. V.

La civilización del comportamiento. La sociología de Norbert Elias: Programa teórico y teoría del proceso civilizatorio.

La civilización del comportamiento. Urbanidad y buenas maneras en España desde la Baja Edad Media hasta nuestros días
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Éstas son las fallas del concepto de configuración, fallas con las que resulta complicado tener éxito en la misión de superar el dualismo individuo/sociedad, objetivo prioritario del programa teórico eliasiano. La noción de configuración continúa anclada a un nivel más "macro" que "micro" a la par que remitiendo a una sociología más de corte estructural que interaccionista (Nota: Las insuficiencias del concepto de configuración son apuntadas en Béjar (1993:124-125), Ramos (1994:39, nota 35) y Corcuff (1998:29). En esta síntesis de las críticas dirigidas a este concepto me ha resultado de útil consulta Gaspar (2003)). Se revela de mayor utilidad en términos descriptivos que explicativos para explorar redes de individuos interrelacionados en términos de grados diferenciales de poder (Layder, 1986:375-376).

2.2. El concepto eliasiano de cambio social.

El otro movimiento liberador que debe afrontar la sociología es el que debe llevarle desde posiciones estáticas en su consideración de los fenómenos sociales hasta posiciones dinámicas capaces de tener en cuenta la cuestión del cambio social. Elias sostiene que los fenómenos sociales han de considerarse en perpetuo flujo y por ello su estudio no debe emprenderse armándose de conceptos -individuo o sociedad- que no contemplen la vertiente dinámica, oscilante y modificable del acontecer social. Es el cambio quien ha de regresar al primer plano del análisis sociológico.

Según Elias, el concepto de configuración, con su vindicación de la interdependencia y del re-equilibrio cambiante, está capacitado para dar cuenta del substancial carácter dinámico de la sociedad. Así pues, la sociología se ocuparía del cambio de configuración a largo plazo, con sus movimientos progresivos y regresivos atendiendo a la dirección que sigue en el curso de las generaciones.

Para Elias, la sociología del siglo veinte es una sociología de la situación que tiene exclusivamente en su punto de mira lo estático y lo permanente. Esta sociología ha tendido a explicar el cambio social como transición entre una situación de equilibrio y otra de normalidad. Se parte de una situación de equilibrio que se rompe por el quebranto de las obligaciones reguladas socialmente; se rompe por la falta de conformismo hacia las normas sociales. Nos situamos ante una visión del cambio social como perturbación puntual de un sistema normalmente equilibrado (Nota: Dice Elias (1999:139): "El concepto de cambio social se utiliza con frecuencia como si se tratase de una situación. En cierto modo se asume la estabilidad como la situación normal y el movimiento como la situación excepcional"). Empero esta concepción del cambio social como cuasi-accidente, encarnada paradigmáticamente en la obra de Talcot Parsons, no satisface a Elias.
El cambio social para Elias es el resultado de acciones anónimas individuales entrelazadas como consecuencia de la interdependencia humana. Esto es, el cambio social ha de entenderse como efecto no previsto de la interdependencia social; como proceso no intencionado. Elias resalta el aspecto paradójico de lo social en tanto producto de acciones individuales imbricadas, así como el extrañamiento que provoca en los hombres no conocer el resultado final que arrojará esa compleja imbricación. En palabras de Elias, éste sería el mecanismo del cambio social:

"Los planes y las acciones, los movimientos emocionales o racionales de los hombres aislados se entrecruzan de modo continuo en relaciones de amistad o enemistad. Esta interrelación fundamental de los planes y acciones de los hombres aislados puede ocasionar cambios y configuraciones que nadie ha planeado o creado". (Elias, 1987:450).

De las acciones intencionales se derivan consecuencias que no están incluidas en la intención de nadie pero que al entreverarse dan lugar a resultados no intencionales. En Elias existe un reconocimiento de la no intencionalidad como elemento habitual en la sociedad que da lugar a un orden espontáneo resultado no intencional de acciones intencionales (Bogner, 1986:392). Empero, en Elias, "el problema hobbesiano del orden" -utilizando terminología parsoniana- no es una cuestión primordial en su programa teórico. Para él siempre existe alguna forma de orden en la interacción social (Van Krieken, 1998:51). Antes bien, lo que le interesa es la aparente independencia del orden social respecto a la acción intencional de los hombres y así, analizar las relaciones que se dan entre el orden social y el carácter extraño y opaco que éste posee para los individuos que lo hacen posible. En definitiva, estudiar la imbricación de los intentos intencionales por controlar y transformar el mundo y los procesos no planeados, con dirección específica, en los que esos mismos individuos, actuando intencionalmente, se ven inmersos.

Un ejemplo de esta suerte de procesos es el civilizatorio. El proceso de la civilización es un proceso de cambio histórico que acarrea cambios en la emotividad y el comportamiento humanos. Es comprensible como consecuencia no querida de acciones intencionales subsumidas en distintas configuraciones: la configuración feudal, la configuración estatal, la configuración cortesana o la configuración profesional-burguesa. Sólo así explica Elias el cambio histórico en dirección a una civilización creciente. La postura eliasiana en lo tocante al cambio histórico es análoga a la de Hegel: ambos postulan un mundo no intencional repleto de sentido producto de acciones individuales intencionales aunque ambos autores expresen esta idea recurriendo a metáforas narrativas diferentes (Nota: En Ramos (1994:46-47) se efectúa la comparación entre la posición hegeliana y la eliasiana en lo que respecta al devenir histórico. Dice Hegel (1980:85): "En la historia universal y mediante las acciones de los hombres surge algo más de lo que ellos se proponen y alcanzan, algo más de lo que ellos saben y quieren inmediatamente. Los hombres satisfacen su interés; pero al hacerlo, producen algo más, algo que está en lo que hacen pero que no estaba en su conciencia ni en su intención". Sobre el mismo tema se pronuncia Elias (1987:450): "Los planes y las acciones, los movimientos emocionales o racionales de los hombres aislados se entrecruzan de modo continuo en relaciones de amistad o enemistad. Esta interrelación fundamental de los planes y acciones de los hombres aislados puede ocasionar cambios y configuraciones que nadie ha planeado o creado").

La metáfora narrativa que emplea Hegel es la del ardid de la razón mientras que Elias critica esta misma -la califica de ensoñación filosófica- y se decanta por la del aprendiz de brujo, ese personaje que desencadena procesos que escapan a su control y que irónicamente regresan sobre él (Ramos, 1994:48-49). Elias advierte cómo " los seres humanos se enfrentan una y otra vez ante el resultado de sus propias acciones como lo estaba el aprendiz de brujo ante los espíritus que evocó y que, una vez conjurados, escaparon a su control " (Elias, 1990:83) (Nota: La retórica eliasiana acerca del cambio social se sitúa a medio camino entre la retórica conservadora de la prudencia y la retórica ilustrada del progreso de acuerdo con Ramos (1994:49-50). Al respecto de las posibles retóricas que dan cuenta del cambio social véase de un modo más amplio Hirschman (1991)).

Una posible crítica a esta concepción eliasiana del cambio social como proceso no intencionado que deriva de acciones intencionales podría consistir en que concede un espacio mínimo para la intervención individual intencional y creativa en la conducción de dicho proceso. Sin embargo, esta afirmación debiera ser matizada distinguiendo entre la posibilidad de intervención individual intencional y la efectividad de esta intervención. Elias no niega la posibilidad de intervención individual intencional con vistas a influir, manejar o reconducir la marcha de lo social. Lo que discute es la efectividad de la intervención, esto es, si resulta o no exitosa. Una intervención individual intencional podría considerarse exitosa siempre y cuando alcanzase el resultado que intencionalmente persigue. Mas la concurrencia de acciones individuales intencionales, según demuestra Elias en El proceso de la civilización, genera resultados no intencionales y, de este modo, el propósito de la acción individual intencional no es satisfecho. Así, la interrelación de acciones individuales intencionales en dinámicas de conflicto, cooperación e interdependencia lo que consigue es restringir la efectividad de la acción individual intencional.

 

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