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¿Falta el decoro? Ni arreglados, ni informales.

Los hosteleros de Samil jamás se habían planteado abanderar el decoro que predican sus colegas andaluces.

La Voz de Galicia
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Hosteleros y clientes pasan del decoro en los locales del litoral gallego.

Ni arreglados ni informales en las terrazas playeras.

Playa de Samil, Vigo. Misión: interrogar a bañistas y arenistas sobre la supuesta conveniencia, puesta de manifiesto por un grupo de hosteleros andaluces, de cubrirse medianamente y de velar por el decoro y el saber estar una vez que el público deja el arenal para consumir en alguno de los establecimientos de la costa. ¿Cómo se ve semejante ocurrencia en Galicia? Básicamente, se ve como eso, como una ocurrencia.

Parada en un clásico de la hostelería de Samil. En la terraza hay de todo: hombres, mujeres y niños con camiseta; hombres y niños con el torso desnudo; y mujeres sin camiseta, aunque todas con la parte de arriba del bikini puesta.

Ante el interrogatorio, la dueña del local se lleva las manos a la cabeza, es decir, a la pamela. «Como alcaldesa del Atlántico y como pionera de la playa de Samil, defiendo que todo el mundo vaya en pelotas; aquí serán bien recibidos», dice antes de añadir: «Y el que tenga problemas, que monte el chiringo en el monte». Efectivamente, es Karina Fálagan.

Una pareja que cocacolea y aceitunea en su terraza es sesudamente interrogada sobre el asunto; la respuesta de él también es sesuda: «¡Menuda carallada!, a ver si vamos a venir a la playa con corbata».

-No, hombre, no es eso, los hosteleros andaluces piden un poco de decoro nada más.

¿En la playa?

-Sí, una camiseta, algo en los pies...

-Pues van dados, la gente está en la playa y se va a tomar algo cómoda.

«Pues yo entro a tomarme algo como me da la gana, solo faltaría, con lo que cobran», dice Santi, que es del vecino Nigrán. Tampoco entiende la medida y considera que el bañador es la prenda mínima exigible, aunque tampoco le importaría si alguno acudiese con el culo al aire.

En unos minutos, entre dos mesas, se monta un interesante debate sobre un eje: ¿por qué las mujeres que hacen toples en la arena se cubren el pecho para bañarse -no todas- o para ir a comprar un helado -eso sí que lo hacen todas-? Nadie le encuentra una explicación. «Tomando el sol no me siento desnuda; pagando una consumición sí», dice una. «No sé, se hace raro», argumenta su compañera, que pertenece al sector de las que se cubren el pecho nada más verticalizarse. «Si no lo hago, me siento desamparada», añade.

En general, los hosteleros de Samil jamás se habían planteado abanderar el decoro que predican sus colegas andaluces. «Home, que che veñan mercar un xelado coas tetas ao aire é un pouco raro, pero mentres paguen...», dicen en un puesto.

En el mismo foro de debate playero -es miércoles y Samil está completo- hay quien reconoce que sería completamente incapaz de tomarse un vino en el bar de su barrio con la pinta con la que sí se lo tomaría en una playa: bañador y chanclas. «Cada cosa en su sitio», argumentan desde la izquierda.

¿Tú te verías tomando un café en Príncipe en chanclas?

-No, tampoco un helado con corbata en Samil.

-Pues eso.

Un tercero concluye: el decoro no está tanto en la ropa como en la higiene.

 

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