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El Rey no se salta el protocolo.

Entrevista a José Luis Delgado, experto en protocolo.

El Adelanto de Salamanca - eladelanto.com
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Imagen Genérica protocolo.org

El profesional señala que el protocolo solo facilita la vida, porque es orden, es el arte de hacer bien las cosas y nos ofrece detalles para saber estar.

"Los distintos protocolos tienen en común el ceremonial y las precedencias, es decir, el orden en el que se sientan las autoridades".

"El Rey no se salta el protocolo, cuando saluda a la gente es porque se lo permiten los escoltas".

Vivo y apasionado a la hora de hablar sobre su trabajo. Es un experto en protocolo en todas sus variantes y desde hace tres años desgrana su saber en un curso extraordinario de la Universidad de Salamanca acerca del bello arte del saber estar.

Sáquenos de dudas: ¿El protocolo nos dificulta o facilita la vida?

Nos facilita la vida, porque el protocolo es orden, es el arte de hacer bien las cosas y nos ordena a la hora de asistir a un acto. Incluso cuando vamos al cine, al sacar la entrada ya nos están protocolizando, porque nos indican la fila y el número de asiento en el que debemos acomodarnos. El protocolo, a pesar de que la palabra pueda parecer un poco rancia, del siglo XVI, hoy día va unido a la comunicación y a la imagen. Insisto, nos facilita mucho la vida, porque no es lo mismo asistir a una conferencia o a un concierto o una inauguración y llegar allí y no saber dónde colocarnos. Si a nosotros el jefe de protocolo ya nos dice dónde vamos a estar sentados, dejamos de darnos codazos con el resto de los invitados por donde debemos estar sentados.

Si está para facilitarnos la vida, ¿por qué tenemos la impresión de que es algo estricto?

Quizá porque nuestro protocolo viene de la época del emperador Carlos V y tenemos todavía esa sensación de que el protocolo es algo rígido y exclusivo de reyes, príncipes, presidentes del Gobierno, ministros ... Pero no, el protocolo desde el punto de vista social, el que utilizamos todos los ciudadanos, está muy presente en nuestras vidas. Por ejemplo, es protocolo social dar los buenos días a las ocho de la mañana cuando te encuentras con un vecino en el ascensor, con ello estamos cumpliendo unas normas de convivencia y de educación.

Es decir, lo que impera en el protocolo es el sentido común ...

Efectivamente. Allá donde vayas te tienes que comportar tal cual es el acto. Es decir, a mí no se me ocurriría pedirle a un obrero de la construcción que fuera a su trabajo con traje y corbata; y lo mismo, a un catedrático le puedo exigir que venga correctamente vestido, que no significa ir de etiqueta.

¿Por lo que es más elástico de lo que se puede pensar?

Por supuesto. Es más, el protocolo nunca crea problemas, lo que crea problemas en el protocolo son las relaciones de poder que existen detrás de él. Nosotros, como responsables de protocolo en un acto, sabemos dónde tiene que ir ubicado cada uno de los asistentes, de las autoridades. Ahora bien, si resulta que la autoridad A está peleada con la autoridad B, evidentemente lo que crea problemas son las fricciones que pueda haber entre el A y el B, pero no entre las normas del protocolo.

Hay varios tipos de protocolos el real, el castrense, el universitario ...¿Qué puntos tienen en común?

Todos utilizan el ceremonial. La forma en la que vamos a decorar el lugar en el que se va a celebrar el acto, si vamos a poner banderas, reposteros, micrófono, una mesa presidencia, atril. Si resulta que el acto va a ser con las autoridades de pie o sentadas. Eso es lo que tienen en común. Y luego, todos tienen en común las precedencias, es decir, el orden en el que vamos a colocar a cada una de las autoridades que presidan o acudan al acto, porque así lo mandan las reglas del protocolo oficial, que consisten en que desde el punto de vista del que preside el acto, iremos colocando al personal comenzando por la derecha y el siguiente a la izquierda, así en alternancia, pero dando siempre preferencia a la derecha sobre la izquierda. Y esto es tan antiguo, como que ya Jesucristo en el Evangelio dijo al ladrón de la derecha, tú estarás hoy en el reino de los cielos. Son normas que están ya en la Biblia.

Los Obama se han saltado en varias ocasiones el protocolo, Barack Obama con el rey de Arabia Saudí, y Michelle Obama con la reina Isabel II de Inglaterra. Doña Letizia pecó de estricta cumplidora al realizar la genuflexión ante el Rey a la salida del funeral por su hermana Erika.

¿El protocolo mal entendido nos puede hacer perder la cabeza?

Sí, y cito a José Antonio Urbina que dice: "Siempre en un acto hay que poner más sillas que culos, porque culos importantes hay muchos, pero culos que se creen importantes hay más". Y esos son los que realmente te van a crear los problemas. Hay políticos y hombres de empresa que pierden la cabeza por el protocolo, pero es por los egos. Cuando una persona se ha acostumbrado al "yo, primero", no le entra en la cabeza que pueda ser el "yo, tercero".

¿Por qué resulta una especie de valentía saltarse el protocolo?

Voy a matizar una cosa, que es un error muy común. No está bien dicha la frase saltarse el protocolo. Cuando oímos que el Rey se ha saltado el protocolo al acercarse a saludar a un grupo de personas, no se está saltando el protocolo, por mucho que lo oigamos. Cuando esto ocurre, es porque el departamento de seguridad, no el de protocolo, le ha dicho al Rey: Señor, en este punto usted puede saludar, porque tenemos bien cubierto ese sector.

¿O sea que el Rey no se salta el protocolo tan a menudo?

El Rey se conoce perfectamente las normas del protocolo y se lo salta en contadas ocasiones.

¿Por ejemplo?

"La etiqueta en el hombre puede ser suplicada, es decir que vaya con traje oscuro, azul o gris; o marcada, que obliga a llevar frac, chaqué o esmoquin"

Cuando son cuestiones emotivas. Por ejemplo, en el funeral de la hermana de la Princesa de Asturias a la salida de la misa, doña Letizia le hizo la genuflexión al Rey, y Don Juan Carlos casi la coge en volandas. En ese momento no hay que ser tan ceremoniosos.

¿Uno se lo puede saltar por ignorancia?

Sí. Hace unos meses el presidente Obama casi causa una crisis de Estado al saludar con una inclinación excesiva al rey de Arabia Saudí. Parecía que Estados Unidos estaba a los pies de Arabia. Este gesto en su país no se vio con buenos ojos. O por ejemplo, en el protocolo inglés está marcado que a la reina Isabel no se la puede tocar. Acuérdense de la que se armó cuando la señora Obama le pasó el brazo por el hombro a la reina.

¿A nuestros reyes se les puede tocar?

Perfectamente, no hay ningún problema. Es más, Don Juan Carlos se prodiga en abrazos y apretones de manos.

Las mujeres lo tenemos más fácil para cumplir la etiqueta, porque nos marca vestido largo o corto, ¿pero a un hombre qué le puede marcar la etiqueta?

Puede ser una etiqueta suplicada o una marcada. Si es marcada te indican qué tipo de traje debes llevar, que son el frac, el chaqué y el esmoquin. Cuando te dicen suplicada, quiere decir que tienes que ir con un traje oscuro, gris oscuro o azul y el negro, puede estar admitido, aunque yo no iría a un acto de las siete u ocho de la tarde de negro.

¿Desde cuándo está ligado el protocolo al ser humano?

Desde que el mundo es mundo. Aunque a nosotros las normas de los hombres del neardental nos parezcan eso, neardentales, eran sus normas de convivencia, de educación y de relacionarse entre las tribus. ¿Desde cuándo existe una norma protocolaria escrita? Pues desde hace más de 3.500 años, que es el código de Hammurabi.

Para usted, ¿qué es la elegancia?

Está ligada a nuestro ser interior. Una persona por un muy buen traje, corbata o vestido que lleve no es elegante si no es educada, sensible, simpática, correcta o humana.

Como experto. ¿Usted se salta alguna vez el protocolo?

Cuando estoy solo, muchas veces (risas). Cuando estoy acompañado procuro mantener la educación, las normas de vestir y de convivencia.

José Luis Delgado, director del curso extraordinario de la Universidad de Salamanca, Protocolo, Comunicación e Imagen Corporativa, señala que la corbata, el pañuelo del bolsillo de la americana y los gemelos no es preciso que tengan los mismos símbolos o dibujos, pero es imprescindible que muestren la misma tonalidad.

 

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