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El guardián de las buenas maneras.

Después de leer su último libro, "100 preguntas sobre el protocolo" (Editorial: Temas de Hoy), uno teme no estar a la altura de las circunstancias cuando José Antonio de Urbina le cita en la casa de su madrileño barrio de Salamanca.

El Semanal
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Domina un arte escaso y valiosísimo: el de facilitar las cosas para que salgan bien. Quince años como introductor de embajadores en el Ministerio de Asuntos Exteriores lo avalan. En vísperas de la boda del año, este experto en etiqueta comparte sus secretos con nosotros.

Después de leer su último libro, "100 preguntas sobre el protocolo" (Editorial: Temas de Hoy), uno teme no estar a la altura de las circunstancias cuando José Antonio de Urbina le cita en la casa de su madrileño barrio de Salamanca.

Un día antes de nuestro encuentro me llamó personalmente para confirmar la entrevista y preguntar sobre mis gustos a la hora del desayuno, con el fin de recibirme de forma exquisita y acogedora: "El protocolo no es más que una serie de normas y guías para que las cosas salgan bien, para que el Estado funcione mejor o para que las personas se relacionen con más facilidad. Se trata de ser amable, educado, cortés y respetuoso. Nada más.

José Antonio de Urbina recuerda una frase de Quevedo que resume la esencia del protocolo: "Te reciben según te presentas, te despiden según te comportas".

El monumental atasco producido en Madrid a causa de la celebración en la catedral de la Almudena del funeral por las víctimas del último atentado terrorista, al que asistieron los Reyes de España junto con representantes de países de todo el mundo, retrasó nuestra entrevista: "Seguramente, este extraordinario funeral lo tomará el Jefe de la Casa Real, Alberto Haza, como prueba de la boda que se celebrará en el mismo sitio en fechas próximas. Una cosa es tener las cosas ya pensadas en el diagrama y otra ver la ubicación exacta de cada personalidad en la catedral".

Ya sentados en su despacho, hablamos de la boda real antes de ordenar que nos sirvieran el desayuno: "Con esta chica está de acuerdo el 99,99 por ciento de los españoles. Siempre hay un porcentaje muy diminuto de gente muy antigua, mas papista que el Papa - cosa que se da mucho entre los españoles - , que pone pegas a todo, en particular a su origen no aristocrático. La inmensa mayoría de los españoles estamos encantados con Letizia porque es española y encantados porque no es de familia principesca".

Su padre fué miembro privado del consejo de Don Juan, y José Antonio de Urbina se considera "monárquico, pero de esta monarquía, no de la de Alfonso XIII, porque el Rey Don Juan Carlos es un animal político químicamente puro que ha simplificado mucho las cosas. Su naturalidad y su espontaneidad ha traído de cabeza a muchos jefes de protocolo y seguridad. Improvisa en cualquier momento y eso no significa en absoluto, saltarse el protocolo. Las normas no pueden ser rígidas, las guías solo son guías para que todo salga bien, pero la naturalidad tiene siempre que imponerse sobre la rigidez".

El relato de la vida de este diplomático, para quien el protocolo es puro sentido común, es apasionado y nostálgico. En su narración surgen de manera espontánea, y sobre todo desordenada, anécdotas, fechas, referencias históricas ... "España nada tiene que ver con Inglaterra, donde el protocolo está cargado de boato, pompones y chinchines. Los Reyes de España nunca fueron coronados con trompetas e himnos triunfales, como sucedía en Francia, en Alemania o como sigue sucediendo en Inglaterra. Nuestros Reyes siempre fueron proclamados, nunca coronados, quizá por su origen Godo. Don Juan Carlos, por ejemplo, ha cambiado una vieja costumbre que había en España por la cual el Rey tuteaba a todos los ciudadanos. El Rey ahora, de entrada, llama de usted a muchas personas, para que se sientan respetadas. Luego, cuando las conoce, las tutea".

Blasones y tradiciones inundan la memoria de quien fuera, quizá, el primer ex marqués de la democracia, "porque una prima lejanísima, después de un larguísimo pleito que acabó en el Supremo - que por supuesto perdí y me dejó sin un duro - , me reclamó el marquesado del Vado que mi padre, el marqués de Rozalejo, me dejó en su testamento. Pese a esta disputa familiar por un título nobiliario, José Antonio de Urbina señala que "otro de los enormes aciertos de este Rey ha sido eliminar la Corte, acabar con todos los privilegios de los grandes y las grandes de turno, cosa que a ellos les sentó fatal".

Urbina habla inglés, francés e italiano, y también euskera, idioma que aprendió haciendo honor al árbol de Guernica que figura en el escudo familiar junto a dos lobos cebados. Tras su paso por el colegio del Pilar, quiso ser, como su padre, ingeniero agrónomo, pero terminó en Deusto estudiando Derecho y Económicas, "que entonces se llamaba "La comercial", y tuve que venirme a Madrid para sacarme el título oficial de ambas carreras por la Universidad Complutense".

Pronto la carrera diplomática despertaría su interés y vocación. "Tras la escuela, mi primer destino fue en el Ministerio con Martín Artajo - "El elefante blanco", como lo llamaban - y después fuí vicecónsul de Génova".

Ya casado con Menchu Arróspide, hija del conde la Revilla, casi 20 años más joven que él, con quien tuvo siete hijos, fue vicecónsul en Paraguay. Las Embajadas de Argentina, Paraguay, Roma o el consulado de San Francisco fueron la antesala del que sería, un año después de morir Franco, su destino más querido en el Ministerio de Asuntos Exteriores: introductor de embajadores y jefe superior de Cancillería, Protocolo y Órdenes. "Conseguimos hacer un nuevo protocolo, moderno y pragmático sin olvidar nuestras tradiciones, porque nada de lo anterior servía: ni el de Franco, ni el de la República, ni el de Alfonso XIII ... Fue una etapa apasionante. La Casa del Rey comparada con la que tenía Franco, se quedó en la mitad por deseo del propio monarca. Franco era muy austero en su vida personal. Las dos habitaciones que ocupaba en el Palacio del Pardo eran ridículas; sin embargo, su séquito era enorme. Le gustaba mucho el "chin chin"."

El jefe de protocolo tiene que ser una persona rápida de reflejos, porque a veces suceden cosas inesperadas "y debe de arreglarlas sin que la gente se de cuenta de que han sucedido, y mucho menos, los medios de comunicación. Si el funcionario de protocolo es cuadriculado resultará un desastre".

Sobre el protocolo de la boda del Príncipe de Asturias, José Antonio de Urbina no quiere especular: "Sería una forma de interferir en las decisiones de la Casa Real. En este país somos muy dados a opinar si la cosas se deberían hacer de una manera u otra. Nadie tiene por qué opinar sobre la forma más correcta de vestirse la Reina, que joyas deberá ponerse la novia, ni en que lugar se debe sentar cada invitado. Precisamente porque el protocolo no es un corsé rígido, se adecuará a las circunstancias muy particulares de esta celebración y, obviamente, nunca se han dado estas características en ningún otro evento. Hay que confiar en la profesionalidad de los responsables de la Casa Real, que , además de competentes, forman un equipo extraordinario".

El protocolo de la boda de Don Felipe no está escrito en ningún libro, "serán unas disposiciones adecuadas al momento concreto para que las cosas salgan bien, no para que se haga de esta o aquella manera. Me parece una osadía muy grande el que determinadas personas estén elucubrando sobre el tema. Es como si le estuvieran diciendo a la Casa Real cómo debe hacer las cosas".

 

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