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Guerra de protocolo entre altos cargos socialistas.

Lo más significativo han sido ciertas actitudes que han enfrentado en los protocolos a los máximos representantes de las instituciones públicas.

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Barreda debió pensar que ya que hacía un viaje a tanta distancia tenía que aprovecharlo y permanecer al otro lado del Atlántico el mayor tiempo posible; que el gasto público del presidente y su séquito, incluida la primera dama regional, Clementina Díez de Baldeón, no fuera en balde. Pero hay voces que se quejan de que ha sido un viaje excesivo y con poco contenido. Es un punto de vista. Seguramente el jefe del Ejecutivo explicará de inmediato a los castellano-manchegos en qué ha consistido y qué nos ha reportado (o reportará) a los castellano-manchegos.

En todo caso, la ausencia del presidente ha tenido otras utilidades. Nos ha permitido, por ejemplo, comprobar que la región puede seguir funcionando, que el Gobierno no deja de hacer sus deberes y que el PSOE sabe defenderse sin que su máximo dirigente regional esté presente. Pero también se ha visto que algunos problemas se acentúan cuando Barreda no está para evitarlo y que afectan sobre todo a los altos cargos socialistas y a las distintas familias del socialismo regional.

Lo más significativo han sido ciertas actitudes que han enfrentado en los protocolos a los máximos representantes de las instituciones públicas de Castilla-La Mancha en algunos de los actos celebrados los últimos días. En alguno de ellos se han producido momentos de tensión entre los responsables de protocolo del vicepresidente primero del Gobierno y presidente en funciones, Fernando Lamata, y el presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha, Francisco Pardo. Desde el punto de vista protocolario la máxima autoridad es el presidente del Gobierno y, en su ausencia, en teoría, la persona que lo sustituye, en este caso Fernando Lamata. Pero no es eso lo que opinaban desde las Cortes regionales al entender que por encima del presidente del Gobierno en funciones está el presidente de las Cortes, el órgano representativo de la soberanía popular.

Lo curioso es que en uno de esos actos, y mientras los hombres de Paco y los de Lamata decidían si eran galgos o podencos, las gentes de Emiliano García-Page, que andan a la greña con unos y con otros, se lo pasaban en grande viendo que el lugar sobresaliente lo ocupaba el alcalde al tratarse de un acto organizado por el Ayuntamiento.

El problema puede ser estrictamente protocolario pero hay quien ve en este comportamiento de algunos altos cargos socialistas un síntoma de los recelos y tensiones que existen entre unas y otras familias del PSOE castellano-manchego.

La realidad, desde nuestro punto de vista, es que en cuestiones de representación y a la hora de salir en la foto son todos como críos.

 

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